viernes, 22 de abril de 2016

La calle El Oro

- Foto de Ernestina de la Iglesia. Gracias Tinita -

La infancia es lo que más dentro queda. Eso creo y eso dicen. Y, dicen también, que hay más de una infancia; la primera de los dos a los cinco años y la segunda de los cinco  a los once. Será así si así lo afirman los profesionales. 

Nací en la calle "El Oro" ahora  calle Oro y allí viví hasta los diez años. Allí quedó mi infancia. Allí transcurrieron mis dos infancias, la segunda como dicen, a falta de un año.
Para mí, mi infancia sin clasificar ni ordenar transcurrió en la calle "El Oro" y no hay vez que vaya al pueblo que no pase por esta calle y que no me detenga delante de la casa que fue mi casa. Agradezco, a quien sea, que todavía sigue en pie.

He tenido ocasiones de poder entrar a verla, de asomarme a aquel sobrau de techo alto que tenía una habitación en la parte de la ventana, cuando mirabas por aquella ventana alargada y estrecha, se veían más de cerca las nubes, los tejados, los paseos y las siestas de los gatos, los nidos de golondrina pegados al alero, la palomilla de la luz sujeta a la fachada de enfrente y aquel alambre eléctrico donde se subían a cantar las pajaritas de nieve, las golondrinas y todos los pájaros que vivían en mi calle. Allí, a la luz de la ventana, mi hermana y yo subíamos a jugar con el buen tiempo. Subíamos la caja de los cromos, el plumier, las tabas, el parchís, las muñecas, los libritos de colorear, los cuentos y todos los juguetes. Recuerdo el sol que entraba por aquella ventana sin cristales que se cerraba con el cuarterón, y recuerdo que, entrar en aquella habitación era como sumergirse en el mundo mágico de los cuentos bonitos. 

La calle El Oro estaba perfectamente empedrada con cantos grandes, cantos de río, posiblemente la única calle del pueblo que, por mucho que lloviera no se hacían barros.  

En la calle El Oro teníamos todo cerca empezando por nuestra vecina la maestra de párvulos; el señor secretario, el ayuntamiento o consistorio, el cementerio, la fuente pública, las Peñicas, la escuela de parvulitos en una panera (poco después en la escuela nueva de las escuelas de abajo), el comercio, el médico, el camino Toro, el estanco, la Iglesia, el baile, la confitería, la era, el trinquete, "las rebecas" las dos esquinas de los pregoneros y unos vecinos entrañables, vecinos de siempre y para siempre, vecinos de la infancia, vecinos de Oro.
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Fragmento de Cuentos del sobrau - Villabuena en la Memoria

miércoles, 13 de abril de 2016

Fuentes públicas


Entrañable reliquia de cuando no había agua en las casas.  Gracias a Eme por esta foto.

Todavía recuerdo cuando íbamos con nuestras madres a buscar agua a la fuente más cercana a nuestra casa. La memoria que guardo de ellas se remonta a 1957-58. No hacía mucho que habían inaugurado estas fuentes diseminadas por las calles del pueblo. La gente estaba muy contenta con estos adelantos de tener el agua tan a mano, casi a la puerta de casa, era más que un lujo. 

Las fuentes públicas no solo echaban agua eran, también, un punto de encuentro donde a diario se hacía vida de relación social. Allí te encontrabas con más gente y se hablaba mientras se llenaban los cántaros y algún rato más. A veces se entraba en largas conversaciones, sobre todo las jóvenes que simulaban en casa la necesidad de agua y con esa excusa cogían los cántaros o las herradas y botijos y se iban a la fuente a ver a las amigas o amigos.  Y, pasabas camino del comercio, volvías, ibas a echar una carta al correo, volvías, hacías otros recados, volvías y, ahí seguían las mismas jóvenes habla que te habla. Alguna que otra vez tuvieron que ir las madres a buscarlas porque la tardanza era desesperante y, se las encontraban, tan a gusto, hablando y todavía sin haber llenado.

De cuando en cuando, chicos y chicas, en la mientras siesta, se hacían los encontradizos en la fuente. A cualquier hora que fueras a por agua siempre había alguién en las fuentes, pero cuando más gente se juntaba era al anochecer, cuando las yuntas de mulas volvían del campo y las veías ahí, guardando la fila "a dar agua" en el pilón. Las fuentes echando agua con sus caños dorados bien abiertos porque el pilón, a esas horas, no daba abasto.

Las madres nos llevaban a buscar agua. Íbamos tan felices a la fuente, los niños llevábamos la jarrona, que era un cántaro pequeñito como de juguete. Había otras jarronas grandes que hacían la mitad de un cántaro. Las madres cargaban dos cántaros, la botija, el botijo o la jarrona grande. Cuánto nos gustaba que nos auparan a la fuente para hacer que empujábamos aquel caño reluciente y duro con la mano de nuestra madre.  Nos encantaba ver cómo caía el agua en las bocas de las vasijas. Éramos tan pequeños...

Parece que estoy viendo aquella fuente del color del cemento, que nos correspondía por zona, por cercanía, entonces vivía en la calle Oro. Tenía una bola grande en la parte alta, hecha del mismo material y colocada en el centro de un arco invertido. Esta fuente estaba adosada a la pared del ayuntamiento viejo, este ayuntamiento que, años después, se convertiría, además, en escuela y más tarde en Centro de Salud o Consultorio Médico.

lunes, 11 de abril de 2016

El caso de la viga-culebra (6ª parte


Gervasio y Laly, Gabriel y "la niña de agua" van camino de la casa del alcalde, los cuatro a la luz de los faroles entre la niebla, que se ha puesto de espesa como no puede ponerse más, caminan despacio porque la visión no permite ir más rápido y van en silencio porque así lo ha ordenado el señor alcalde.
Laly y Ascen "la niña de agua" ya son dos mujeres mayores y viudas las dos, que viven solas cada una en su casa.  Su reencuentro con la vida, ocurrió hace mucho tiempo, Laly iba al campo a coger hierba para dar de comer a los conejos y resbaló por una ladera tan pendiente que de haber llegado al fondo no hubiera amanecido ni un día más para ella.   Ascen, se bañaba feliz en la balsa del riachuelo que todos creían sin mucha hondura, sin profundidad hasta que, de repente el agua se tragó a la niña a la vista de los padres que no podían hacer nada por sacarla de allí...

Y en estos pensamientos andaban los cuatro viandantes, cuando al volver la esquina, como salida de la nada, apareció la señá Celia, de repente, casi no los sorprendió, y digo casi, porque ella que tiene costumbre y facilidad de presenciar  y presentarse en tolos fregaus como cuentan y dicen los vecinos del pueblo,  aunque no esté el tiempo de salir de casa, ni sean horas de andar por la calle. Y es que a Celia, le encanta  husmear tras el visillo y pegar el oído en todas las rendijas de puertas y ventanas, y esta noche aunque Gervasio, Laly, Gabriel y "la niña de agua"iban en silencio Celia oyó pisadas..., cogió rápidamente la toquilla y salió a hacerse la encontradiza:

-¿Ande vais tola recua con esta noche de libro que hace?

-La que faltaba pal duro- dice Laly.

-Un respeto Celia que vamos a buscar culebras de esas de tamaño viga- dice Gervasio.

- ¡Pos luego! ¡Manda madre! Nunca me había pegau una contestación así.  Estáis tos tapándome la boca...

-Pues ya va siendo hora de que alguien te la tape- responde "la niña de agua"

-Ya te gustaría a ti saberlo Celia, lo que darías por ello, te vas a quedar con las ganas- dice Gabriel- anda pa dentro que ganarás más, si no quieres vértelas con el señor alcalde.

Y Celia se mete en su casa refunfuñando -lo que decía, vaya noche de libro...  

Gervasio, Laly, Gabriel y "la niña de agua" oyen el comentario de Celia al tiempo que chirría   un ruido metálico en el silencio de la noche. Es Celia que tranca la puerta por dentro, y los cuatro, no pueden por menos de echar unas risas.

Cuando llegan a casa del señor alcalde, la mesa está dispuesta para todos.  El chocolate humea ya en las tazas.  El comedor está calentito, bien iluminado, huele a cacao y a bollos, y da gusto estar.

-Primero tomamos el chocolate y luego ya entramos en materia- dice el señor alcalde- así que, vosotros cuatro, ir pensando en las explicaciones y María y Vito en cómo fue exactamente su aterrizaje a las puertas de vuestra casa.

Y obedientes todos, el comedor se queda en silencio a no ser por el sonido de las cucharillas, de los sorbos, del crujiente de los hojaldres  y del tintineo de la porcelana.

sábado, 9 de abril de 2016

El caso de la viga-culebra (5ª parte




La criada aparece con un mantel lo extiende sobre la mesa y se lleva los faroles a la cocina y vuelve con un servicio de tazas, servilletas, cucharillas, tenedores, cuchillos y platos de postre. Después sale cerrando la puerta del comedor, como es costumbre, y se marcha a la cocina a preparar el chocolate.
Los demás deambulan nerviosos por el comedor, en el momento que se cierra la puerta, cada cual opina dando rienda suelta al caso, dudan entre contarlo al pueblo o no, porque, ¿y si salen esos bárbaros a darle caza? Al fin y al cabo la culebra ha sido buena, el animal no ha hecho daño a nadie sino todo lo contrario.  Nos conviene saberla ahí fuera por si ocurriera alguna otra desgracia, como ha evitado la de Rufo y Santos que de buena os habéis librado, y acordaros de aquellos otros casos que se dieron, como el de Laly cuando se cayó cargada con el haz por la ladera y el de "la niña de agua..."  La viga-culebra actúa como si recobrara vida para salvaguardar a las personas del peligro y entretanto aparece amontonada, desapercibida camuflada que no hay quien la distinga, entre las vigas peladas y blancas, como una viga mas o entre los troncos de los árboles como un tronco mas. Solo que esta vez el caso de Rufo y Santos ha sido lo más claro que se puede explicar y entender dentro de su magia, de lo sobrenatural.

María la sabionda y Vito la salpimienta, con los oídos bien espabilados, no dan crédito a lo que se está diciendo, a lo que están oyendo decir a personas que ellas consideran personas tan serias, tan excelentes en su clase y tan cabales. Las dos permanecen mudas y con los ojos espetellados mirando a uno y a otro. Hasta la señora alcaldesa ha ido deprisa a su cuarto a recoger el frasquito de sales, porque tiene el convencimiento de que esta noche le va a dar algo. ¡Si lo sabrá ella...!

El señor alcalde ha escuchado con atención todo las opiniones,dimes y diretes, toma asiento invitando a los demás a que se sienten a la mesa, todos, menos los vecinos Gervasio y Gabriel, el señor alcalde dice que, en esta tertulia falta gente, y manda a Gervasio y a Gabriel a que cojan los faroles y vayan, por separado, uno, a buscar a Laly y el otro a "la niña de agua" y que hagan el favor de ir con los cinco sentidos puestos en el camino y con la mayor discreción posible de la que sean capaces. y que no se entretengan y que ya están aquí, o sea, que vuelvan rápidamente que la noche parece que va a ser larga, pues tiene toda la pinta de que el caso, entre los unos y las otras, se divulgue,  porque parece ser que "esto" se le puede ir de las manos y no lo puede consentir, qué dirían de su pueblo los de los otros pueblos..., qué dirían si llegara a saberse...
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Fin de la 5ª parte

El caso de la viga-culebra (7ª parte

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-Habla, Gervasio -dice el señor alcalde

-Pues Gabriel  y yo decíamos que si puede esta serpiente de la que hablan Santos y Rufo puede ser la culebra que hoy en día está disecada en la ermita de Zamora, esa del pastor, pero esa ya está bien muerta, pues si será una cría, vaya usté a saber..
. tener en cuenta a Asun y Laly

-O su espíritu -dice Gabriel- también podría ser un espíritu de la de la ermita, tengan en cuenta que lleva años dentro de la ermita. Puede estar santificada.

-Por Dios Señor- dice la señora alcaldesa- con todos mis respetos, menudo disparate Gabriel.

-De todas maneras -continua Gervasio- es una culebra de buenos sentimientos, a ver si va a ser el espíritu de la culebra esa del pastor, que comprendió su muerte, digo yo, porque una culebra descansando pa siempre en una ermita choca bastante ya tenía que ser buena y comería pa alimentar su cuerpo gigante, luego se arrepentía de haber tenido que comer a los animales con los que los vecinos del pueblo trabajaban y se alimentaban, ella, según dicen, se crió con leche, se alimentaba de la leche que le proporcionaba el pastorcillo, pero claro, al tener que irse el pastor y quedarse ella sola, se alimentaba de lo que pillaba, de lo que era más propio y natural en su tamaño, pero creo que en ningún caso esa culebra no es  una culebra asesina, y Gabriel y yo ya lo hemos hablau.

-Así debe ser -habla Gabriel- digo que el hambre, grande como ella misma, seis metros de culebra, ella y su espíritu bueno se quedaron por estas tierras para guardar y salvar a los vecinos, vaya usté a saber si eso no ha sido, es, y, vaya a ser así y toos tranquilos.

-Sepan ustedes, dice la alcaldesa, que hay un término que lo llaman la Sierra de la Culebra.

-Sí señora, efectivamente- responde Gabriel-pero se llama así porque dicen que deriva de la forma ondulada de ese terreno, de las formas curvas y enroscadas que se asemejan a una culebra gigante, qué digo gigante, de tamaño descomunal sería, no es na más que eso, ese es todo el misterio del nombre de la Sierra de la Culebra allá por Sanabria. Aunque hay quien dice que en tiempos, esos terrenos fueron "nidos" de víboras, culebras  y bastardas o séase, culebras americanas que llaman; como ahora mismo la pueblan los lobos, los ciervos y los jabalíes, pues, vaya usté a saber...

Y la explicación de Gabriel que ya se daba por terminada es interrumpida por unos sonoros golpes a la puerta, al llamador de la puerta, tan, tan, tan, tan-tan-tan.
El señor alcalde, contrariado, sale a abrir ante la insistencia del aporreo del llamador.  La sorpresa al abrir no fue mayúscula. No podía ser otra, quién si no, ni más y ni más ni menos que la propia y la mismísima Celia, que,  impacientada tocaba y tocaba sin parar aporreando el portón con el grueso llamador de hierro en forma y tamaño de puño.

El caso de la viga-culebra (8ª parte.

El señor alcalde abre el portón, y Celia, envuelta en la toquilla, en un visto y no visto se cuela por la puerta entreabierta, que ni tiempo le dio a abrir la puerta en condiciones, y en un tris, se plantificó en el mismo comedor.  

-Pues nada, antes que nada buenas noches tengan ustedes ¡hay que ver lo calenticos que están aquí! Y yo..., era eso lo que le oí contar a mi difunto muchas noches, porque el joio me lo contaba en esas noches de airón que no se pue ni dormir, por los bramidos del aire, y yo, entre el miedo de la culebra y los silbos del airón me apretaba a él, ¡buah! Unos achuchones que no vean, pero a él le gustaba.., y cómo le gustaba..., bueno como recordarán ustedes él se crió en ese pueblo de Roales,  y lo oyó contar mil y una vez, y de lo poco que se acordaba, porque era pequeño cuando salió de su pueblo pa irse de ..jornalero..pa la siembra, la cava la siega y lo que hiciera falta y saliera por tola ancha Castilla y ya no volvió más por su pueblo, pues luego me lo plantificaba a mí, en la cama, en esas noches que ya les digo no se podía ni dormir, que buen miedo me hizo pasar, qué joio y qué majico que era, es que cuando me acuerdo de él.., señor alcalde, es que cuando me lo mientan, y cuando lo tengo que mentar..., y no darme ni un hijo, hay que ver, Señor, Señor...  Es que miren ustedes yo, es que yo lo quería mucho, y él a mí, hay que ver lo que me quería, sépanlo ustedes no vayan a creer que no, que es que es que sí, cierto y verídico,como ya les digo a ustedes, cierto y verídico...

-¡Jesús, Señor! Replica la señora alcaldesa que no puede por menos.

-Señoras, interrumpe el alcalde, vayan a ver si no se ha acostado la criada, y si se ha acostado, preparen ustedes mismas otra chocolatera, traigan otra bandeja de hojaldres y un servicio más para Celia, que esta que está aquí no se va, de momento, para casa, se irá cuando nos vayamos todos y cuando demos por terminada la noche, y mucho me temo que va a ser larga, conque ¡hala!

-Pues que venga Celia también -dice la señora alcaldesa- no vamos a perdernos todo eso que está contando.

-Eso, eso -dicen a la par María y Vito- que se venga a la cocina.

-Que nos siga contando esas cosas -dicen Asun y Laly un tanto abrumadas por la inesperada y sorpresiva parrafada de Celia.

-¡Chitón! -replica el señor alcalde- lo que está contando tendrá que callarlo y no respirar hasta que estemos todos, otra vez, sentados alrededor de la camilla empezando por cómo es que sabía de lo que se estaba hablando aquí, aunque ya nos lo imaginemos todos.

Gervasio, Gabriel, Santos, Rufo y hasta el alcalde, los cinco, están que no paran en la silla, con esa risa incontrolable que les ha contagiado a todos...que no pueden ni aciertan a hablar. El alcalde se esfuerza y pasados unos minutos largos, consigue ese empaque  que él cree tan suyo.

-Vamos, vamos a ver si nos ponemos serios de una vez y luego, cuando terminemos la conversación nos reímos si es que hay algo o va a quedar algo de lo que reírse cuando terminemos la tertulia y que haga gracia y que además tenga gracia, pero dudo mucho que supere la entrada y la explicación de Celia que nos la ha echado en el comedor como si fuera una vomitona en escopetazo. Y por más que quiero, no puedo enfadarme con ella, y menos esta noche, con esa información que dice que tiene... ya me enfadaré mañana, si hace falta, y si sigue siendo necesario, pero esta noche no puedo, me es imposible. Como os lo digo.

Apenas si el alcalde podía hablar, y los otros tampoco podían parar de reírse.

-Gervasio, Gabriel, habrá que ir a avisar al señor cura. Y preparar un servicio más de chocolate.

-¿Hasta va a tener que venir la Iglesia?

-Sí, hasta eso, ya estáis andando, llevaros el farol aunque a Celia no le ha hecho falta ninguna que se diga...

El caso de la viga-culebra (9ª parte


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En la cocina cuchichean la señora alcaldesa, Celia, Asun, Laly, María y Vito. Y, en el comedor, el señor alcalde mira a Rufo y a Santos y mira al techo, y vuelve a mirar a uno y a otro y mira el suelo, sin saber qué decir, piensa en el papelón que le tocado y en cómo se aclarará el asunto y en qué deparará esta noche. Rufo y Santos que, extrañamente, quién lo diría, se han quedado en silencio, en un mudo silencio impresionados por lo sucedido, y ahora que están solos no pueden ni quieren ocultar esa angustia, se emocionan y a Rufo y a Santos, los ojos se le  embargan por la emoción y la suerte que tienen de estar vivos, se le vuelven más cristalinos, y fingen toses para ocultar ese desasosiego que quiere salir y aflorar por encima de ellos.

-La niebla llorona nos ha resfriado a los dos -dice Santos entrecortado.

-Ya lo creo, más de un catarro nos traerá, esta niebla de agua se mete hasta los huesos- susurra Rufo.

-¡Bah! quejicas, con una cataplasma de esas, vais que chutáis, bien lo sabéis, no es la  gripe que hayáis podido pillar, es el caso que habéis vivido, que lo se yo, y vosotros también..., eso, eso es el constipado que hacéis ver que tenéis que a mí no me la dais, que somos hombres sí, pero esta noche todos tenemos miedo, estamos cagaus de miedo y yo el primero, y que no salga de entre nosotros. Tenemos que hacernos los valientes es lo que nos toca aparentar pa que la gente no se ponga más nerviosa de lo que ya está. Así que a callar, a dejar de rejimplar se ha dicho, no quiero toses ni lágrimas ni balbuceos. Que yo os entiendo, pero hacer lo que digo. 

En esto aparecen Gervasio y Gabriel con el señor cura, que poco o nada le han explicado, ni le han dicho en todo el camino, tal y como ordenó el señor alcalde.

Y ya todo está dispuesto y en orden, hasta las sales de la señora alcaldesa, que parece ser que no le van haciendo falta, hasta ahora..., y una vez  todo dispuesto y en orden se reanuda la tertulia.

-Y ahora con calma Celia, no te aceleres y cuenta, cuenta lo que sepas de Roales...

-¿Cómo que han ido a buscar a el señor cura? Pues, no sé yo si podré contar estas cosas delante del sacerdote, como que me da un poco de pudor, ya ven ustedes.....

-¡Claro que podrás Celia! ¿Acaso no te has atrevido a meterte en mi casa, sin encomendarte a Dios ni a nadie? Además, necesitamos esta noche la presencia del señor cura y ya está dicho y sanseacabó, así que ya sabes, remilgos fuera Celia, que nos conocemos... He decidido que te quedas porque aquí todo el que aporte algún dato del tema que nos ocupa, se queda, vaya si se queda, faltaría más.
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Fin de la 9ª parte

El caso de la viga-culebra (10ª parte

-Buenas noches nos dé Dios -saluda el señor cura haciéndolo extensivo a todo el personal sentado alrededor de la mesa- aquí me tiene alcalde. Estaba a punto de irme a la cama, usted sabe que suelo acostarme temprano por eso de la misa de ocho, espero de usted, que lo que acontece, sea lo suficiente significativo como para alterar mis horas de sueño, y con esta niebla, que yo, a decir verdad, así lo creo, pues, por eso mismo, porque nos conocemos, y sé que no me haría venir a estas horas si la cosa fuera una simpleza, una futilidad.

-Buena noches tenga usted padre -responden todos a la vez.

El señor alcalde toma la palabra y pone al señor cura en antecedentes, solo un poco por encima, porque como dice él mismo, prefiere que oiga lo que allí se va a relatar 

-Adelante Celia. Habla.

-¿Aquí..., delante del señor cura...?

Celia, un poco abrumada, comienza a repetir, palabra por palabra, el relato anterior y a continuación   lo sucedido en el pueblo de Roales.

-Pues, pues yo me vine a escuchar por la ventana..., claro, cualquiera se quedaba en casa con la intriga no hubiera podido pegar ojo.  Porque si no se lo han dicho Gervasio y Gabriel o Asun y Laly me contestaron pero bien, me dijeron que me metiera pa dentro, a mí, pa dentro a mí, y me acababan de soltar que iban a culebras tamaño viga y, a mi se me vino en seguidita a la cabeza el caso de Roales que como me lo contaba mi difunto pues miren ustedes por donde, no había salido jamás de mi boca pa nada y fue verlos a los cuatro y a más con esa contestación y la cabeza no me dejaba en paz de tantas vueltas que me daba y...

-Vamos Celia no te me vayas a ir por las ramas -insiste el alcalde.

-Sí señor.

"Alfonso, dicen que se llamaba el chiquillo de Roales, un pueblo de Zamora. Alfonso tenía un tío en las Américas de esos que emigraron.  En uno de sus viajes a Roales, este señor, le trajo al chiquillo una culebra mu bonita metida en una caja de zapatos que, a Alfonso le encantó  -es la cría de una anaconda-  dicen que le dijo su tío- vamos a ver si se aclimata a esta tierra, quizá no te dure mucho. El chiquillo estaba que no cabía en sí de gozo con el regalo de su tío.

Pronto la caja en la que se la había traído se le quedó pequeña a la culebra, y eso que solo tomaba leche, que el chico le daba a raudales porque era pastor de ovejas y la llevaba con él a pastorear y le daba toda la leche que él creía que precisaba y más. Y aquello es que era un crecer y un aumentar a diario.  Ya más grandecita comía ratones, ardillas y tolos insectos  que pillaba aunque seguía gustándole, lo que más, la leche, y todo lo echaba en crecer y cada vez más tenía que comer más pa alimentar aquel cuerpo que empezaba a agrandarse de forma exagerada. 

Alfonso también se hacía mayor y fue llamado a filas, y sintió mucho tener que abandonar el pueblo, los amigo, la familia, la culebra..., porque nunca había salido de allí ni se había separado de su familia ni de la culebra, ni la culebra de él y la tuvo que dejar. En casa no querían tener ese bicho, y la dejó suelta por el campo. El animal tenía que comer, a ver, como todos, y por ella misma tenía que buscarse el sustento, así llegó el día, y como se estaba haciendo tan grande, pues, empezó a atacar corderos y las crías de las caballerías, o séase, del ganado de labranza... y en fin que echó un cuerpo a lo largo y a lo ancho que pa qué.  Los vecinos empezaron a llamarla la culebra asesina, y salieron a darle caza, pero no hubo manera, no se dejaba ver.
Y en un permiso de Alfonso le pidieron todos que había que matarla, porque eso era un peligro y que algún día iba a ocurrir una desgracia, pero él como que no tenía valor, tal era el cariño que le tenía, pero a ver, tuvo que hacerlo el muchacho, y fue en busca de ella, pero la culebra parece ser que ya no lo conocía, y huía.  El chico se acordó de que acudía a su silbidos, y silbó y salió, pero no debió reconocerlo, porque así como apareció desapareció, el chico vio su cabeza entre las copas de los árboles, en un visto y no visto... Menuda impresión. Afonso se asustó al ver aquella cabeza de dimensiones monstruosas ¿cómo había podido agrandarse tanto el animal?

Entonces, dicen que se fue a por un caldero de leche, una lanza y un espejo grande, puso el caldero delante del espejo, y él se escondió detrás. Silbó, silbó y el bicho fue atraído por el silbido y por el olor de la leche a la vez que se miraba en el espejo, el animal, creyéndose que había otra culebra se quedó plantificada delante del espejo retorciendo el cuerpo y moviendo la cabeza a un lado y a otro y de repente se cegó con los rayos del sol que chocaban en el espejo y en ese momento  salio Alfonso,  y con dolor de su corazón, le clavó la lanza y le dio muerte y, había sido tal el sentimiento del chiquillo que con tanto cariño la había cuidado y criado que le invadió una pena mu grande por haberla tenido que matar y dicen que buscó refugio en la Iglesia que le pedía a la Virgen piedad para él y para el animal y le contaba a la Virgen del Camino el agradecimiento del pueblo y la poca culpa que había tenido la boa, que se quedó sola y de comer lo que comía, porque la serpiente qué iba a saber si hacía bien o mal, si daba miedo o no a las personas si se había criado con una persona...

Y, eso, que se había hecho pero que mu grande y tenía que comer..., y por la rareza del bicho y tamaño que hasta resultaba bonita y todo, pero que llegó a ser temible, jamás en la vida habían visto un ofidio de semejante tamaño ni cosa parecida que se  conociera..., y se acordó que se disecara y se colgara allá en la Ermita como donación en agradecimiento por, no haber causado víctimas humanas, por los siglos de los siglos.

Aunque había quien contaba que la culebra había matado a varias personas. Esto era lo que mas miedo me daba, porque ¿y si era verdad? Pues eso, que el pueblo estaba atemorizadico, mire usté y yo también, sin haber vivido en ese pueblo, cuando me lo contaba mi difunto... ¡válgame Dios qué de miedo pasaba!  No quiero ni acordarme ya. Y, hasta aquí puedo contar, ya no sé na mas.  

El caso de la viga-culebra (11ª parte

-¡Jesús Señor Celia! hay que ver lo que sabes, cualquiera lo diría y encima que lo hayas tenido guardado para ti sola sin contárselo a Dios ni a nadie -exclama la señora alcaldesa.

-Las cosas de mi difunto señora, las llevo yo mu dentro, todas, todas, vamos que si no hubiera sido lo de esta noche, esto hubiera muerto conmigo, ya lo creo. Pero miren ustedes, también me ha gustado mucho poder contarlo aquí porque, al parecer, es hasta necesario que cada quien diga lo que sepa.  Y para esto a ver quién no está dispuesto, yo desde luego sí, ya lo han visto, y ya lo han oído.  Y miren que saben cómo me las gastos yo, pero eso son tonterías, curiosidad y cosas sin importancia, una que se siente mu sola y ha echado esa fama, pero yo tengo mucho respeto a muchas cosas y nunca, hasta ahora  las he ido contando a nadie sépanlo todos ustedes.

-Pues si -dice Vito la salpimienta- ha sido una historia bonita Celia, como iba yo a figurarme que ibas a contar algo así. como con mucho cuerpo hija, aunque da miedo oírla, pero bueno como ha pasau hace tanto tiempo...
-Miedo hace un rato Vito, lo de ahora no es na -dice María la sabionda- quiero decir y no le quito mérito que es mu impresionante lo relatau aquí por Celia, pero eso que, en directo, el bicho es otra cosa. 
-Algo había oído de lo de la Ermita esa de Zamora- dice Asun- que tienen colgada en lo alto de una pared, lo de la culebra disecada mu grande, pero con tanto detalle  no había oído nada parecido en toda mi vida, parece una cosa del demonio, perdón señor cura, quise decir cosa de magia, de encantamiento ¿sabe usté?

-Más o menos -dice Laly- había oído lo mismo que Asun, pero na más. como lo que sabe la mayoría de la gente de aquí, que ahora me doy cuenta que no es na en comparación con lo que sabe Celia. ¡Vaya un repelús que da!

Chisca, la criada, o sea Francisca, se pregunta qué pasará para tanto misterio y ese trajín de puertas y ese aporreo al "llamador" así no hay quien duerma y se tira de la cama y mira por la ventana y contempla cómo algo parecido a un dirigible la saluda sonriendo medio borrado entre la niebla... y en un visto y no visto y de pijama, se planta en el rincón de la puerta de la cocina que da al comedor

-Endenantes se echaba agua bendita en las casas pa eso de los espíritus, susurra una vozcecita temblona

-¡Chisca! dice el señor alcalde, qué haces aquí, ¿es que no se te ha mandado a la cama?

-¡Chiquilla! Mira que lo dije, bueno, no lo dije, pero lo pensé en seguida, que pa los efectos es lo mismo, que esta va a ser incapaz de dormirse -dice la alcaldesa levantando la voz.  

-¿Desde cuándo estás escuchando Chisca? pregunta el señor cura

-Desde siempre, quiero decir, que desde que empezó a contar la señá Celia.

-Arrima una silla y siéntate aquí a la mesa, darle un poco de agua, y que se tome otro chocolate con hojaldres. Ya no se puede remediar, ya lo ha oído y no va a estar temblando de miedo ella sola en su cuarto imaginando vayan a saber ustedes qué. Estarás mejor aquí con todos ¿no es eso? 

-Sí señor cura, ¡por Dios les pido! No me manden a la cama hasta que no se vayan todos Pero, no señor, no quiero comer nada que es que no me pasa de aquí-dice señalándose el gaznate- solo un sorbo de agua y ya, y muchas gracias.

-Ea, pues si los demás están de acuerdo en que se quede así sea.


Parece ser que sí, que todos están de acuerdo en que la chiquilla se quede con ellos en el comedor.

-Gervasio, Gabriel, es que no decís nada -sugiere el señor alcalde, aquí podemos hablar todos, claro que vosotros no tenéis mucho que contar del caso.

-A mí- habla Gabriel- también me ha chocado mucho la historia de Roales, por eso, como a los demás, porque no la había oído contar nunca.

-Pues a mí me ha pasau lo mismo que dice Gabriel. Y por otro lau estaba yo pensando, señor alcalde, que si es que aquí no falta alguién mas, quiero decir que si tendrían que estar aquí presentes el médico y el maestro.

-No Gervasio, aquí ya estamos todos, no falta nadie mas, ya estamos completos con los que estamos. Seguro que el médico diría que estamos dementes y el maestro, un día sin darse cuenta, se lo contaría a los chiquillos en clase ¡ni hablar! Yo creo que con Celia, aquí presente, ya vamos bien servidos. Y disculpa Celia, pero es que con decirlo no basta, tendrás que demostrar ese silencio del que presumes y me estoy refiriendo al silencio de lo que esta noche se diga aquí.

-Ya le digo señor alcalde, bueno, ya le digo a todos que eso va a ser así, ni mu pienso decir de lo de esta noche, pues no le digo que llevo años, ya años eh, guardándolo, porque yo pa las cosas serias soy más seria que toos juntos ,y callada, que lo sepan de una vez.
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Fin de la 11ª parte

El caso de la viga-culebra (12ª parte "Entre la niebla"

Que, a resultas de esta historia no le es del todo desconocida al cura párroco, pues algo de eso ha leído y ha oído contar sin darle mayor importancia que la de una antigua leyenda sobrenatural de la boa de la Ermita de Nuestra Señora del Camino en Zamora. Y también que la culebra entró en la Iglesia y allí mismo la aniquilaron.  Pero que lo más probable es que fuera un exvoto de un indiano, o sea, una ofrenda que los fieles dedican a Dios, a la Virgen y a los santos en señal de recuerdo por un beneficio recibido y que cuelgan en los muros o en la techumbre de los templos. Posiblemente se trate del exvoto de un indiano sin más.

-Señor cura, todavía no ha oído usted todo- anuncia el alcalde.

Rufo y Santos están muy  callados, expectantes a lo que se dice, pero tan callados..., y esto es algo que sorprende mucho al señor cura que de cuando en cuando les echa una mirada de reojo. Los demás hablan todos a la vez subiendo el tono de las palabras cada vez más alto, dejándose llevar por las sensaciones de asombro y fascinación que la historia ha ido creando en torno a la mesa redonda. Sí, habían oído hablar de una culebra en la ermita pero sin tanto detalle. A la señora alcaldesa las explicaciones la están desbordando hasta el punto de sufrir la  amenaza de un vahído, a los primeros síntomas las mujeres saltan de sus sillas, le dan aire con una servilleta y la rodean con apapijos mientras reclaman  a Chisca el frasco de las sales, pero antes de que lleguen las sales la señora alcaldesa ya se ha repuesto

Hablan Asun y Laly- ha salvado a buenas personas dándole otra oportunidad en la vida como a los renacidos, laly, rufo, santos y yo misa.....la niña de agua...

Hablan  María la sabionda y Vito la salpimienta-  Como una aparición se presentaron, mismamente. Ya le digo yo, como cosa del otro mundo, digo del otro mundo porque yo lo que se dice en este, en este mundo no he visto en mi vida cosa igual....

Hablan Rufo y Santos- Pues nos volteó, en la mismísima puerta de casa, delante de María y de Vito, bien despacio y cuando estuvimos los dos bien asentados y pisando tierra firme desapareció como un rayo, qué digo como una exhalación ¿? Fue ponernos en el santo suelo y el bicho se hizo niebla, como si se hubiera convertido en niebla

Hablan Gervasio y Gabriel- Todos los malos malignos deben tener sus rasgos de bondad, pensábamos en la serpiente del Paraíso que tentó a Eva, si es consciente de todo el mal que sembró con aquellas tentaciones y quiere resarcirse haciendo el bien, aunque fuera el mismísimo demonio, alguna bondad cabría en el, puede que sea el espíritu de la serpiente del Paraíso

Habla Celia-  Yo creí desde el primer momento, y sigo creyendo y creeré pa siempre que en las historias de esta noche y las que se produzcan porque, por qué va a ser esta la última, pues digo yo, me atrevo a decir que  anda  la de Roales en espíritu.

Dicho esto todos vuelven sus miradas hacia el señor cura, unas miradas ansiosas, interrogantes como esperando oír algo, porque necesitan escuchar aquello que les devuelva la vida calma y tranquila que ellos sienten que acaban de perder hace unas horas  y quién mejor que todo un señor cura y ellos tienen la gran suerte de tenerlo allí delante sentado a la mesa.

El señor cura se muestra silencioso, como meditabundo, siente el peso de todas las miradas puestas en él, y siente la esperanza que esta gente ha depositado en su persona para poder conciliar el sueño, si no hoy que ya es mañana, el resto de las noches y recuperar la paz de sus días.  Por primera vez en su vida siente que le pesan los años, que es muy corto su mañana y que nunca se ha visto en un momento de tanta responsabilidad como el de esta noche y se alegra por la gente que tiene a su alrededor, se alegra porque ellos tienen a alguien a quien recurrir para que le deshaga su insomnio, pero y él, él no tiene a nadie que le pueda ayudar a resolver ni a entender como merece un caso tan extraordinario como el que acaban de relatar, como el que acaban de presenciar y se siente tan viejo y lo es, y es tan mayor que no le queda tiempo para desentrañar a fuerza de tiempo toda la perplejidad que le asola esta noche y que él sabe muy bien que no debe traspasársela a estos fieles,no, no puede dejarlos ni debe dejarlos sumidos en la incertidumbre que él siente. Y, en estas cavilaciones ya no puede ni calcular el tiempo que ha pasado en silencio aparente cuando comienza a hablar:

-Milagro..., esta historia quedaría si acaso como una leyenda sobrenatural SINÓNIMOS como lo es la de la Ermita pero sin pasar de ahí tengan  en cuenta la complejidad de los casos...  Lo que sí seremos todos nosotros  ... Rufo Santos Laly Ausun  la niña de agua, Celia etc los que formamos la leyenda los que asistimos a su nacimiento, los creadores de la leyenda y se hablará de ella en lo que quede de futuro como ocurre con la leyenda de la culebra de la Ermita, se recordará en el tiempo este caso, esta leyenda que llamarán en el tiempo "el caso de la viga-culebra" del paseo entre la niebla, de esta tarde, de esta noche de cómo nos fuimos reuniendo, de cómo empezó a crearse esta leyenda........yo la escribiré ustedes me irán relatando, todos, todo lo ocurrido hasta el más mínimo detalle, debe quedar terminada y cerrada esta noche, que todavía es hoy, todo reciente, todo palpitando en las emociones, lo siento por la niña de agua y por Laly que entonces no tuvieron ocasión de que alguien lo contara o lo escribiera, hasta esta noche que entrarán en la leyenda, ya que este tercer caso ha sido determinante para que esto sea sabido pero eso sí, lo harán ustedes público cuando yo haya fallecido y no antes, antes ni una palabra a nadie. así creo que debe ir esta leyenda y a la vista está, soy viejo, así que me iré pronto al otro mundo. Que esto quede escrito y que vaya a quedar en el tiempo como una leyenda, es el tratamiento más parecido al milagro que le podemos aportar y creo, porque  así lo creo que esto debe ser contado porque es digno de mención yo les creo a todos ustedes, tienen mi confianza y respeto, les creo porque los estoy viendo, porque los conozco desde muchos años  y es suficiente para que no dude de su palabra. Y por último, no tiene sentido que ustedes tengan miedo de lo ocurrido, porque a todos les ha salvado la vida, no hay intención de hacer daño a nadie, deberían pues estar tranquilos, más tranquilos que nunca, porque ahí fuera hay algo..,, hay alguien que vela por sus vidas.

-Bien, pues el señor cura lo ha dicho muy bien y muy completo  l e y e n d a   y sanseacabó.  Digo yo que si la culebra representa al mismísimo Lucifer, el ofidio en cuestión sería en este caso un diablo-bueno, no, esto no va a poder ser considerado un milagro jamás, sentencio yo, yo el alcalde que voy a misa todos los domingos y fiestas de guardar y, está dicho.  Celia, que se quede aquí el secreto, entre estas paredes, y que no trascienda más allá ¿oyes Celia? Que no trascienda digo, si llegara a saberse sabría que has sido tú la que te has ido de la lengua y no conviene, no te conviene. La leyenda la guardaremos entre todos porque yo me encargaré de dar una copia a cada uno de ustedes y la original conmigo en el archivo del ayuntamiento hasta que Dios quiera.

Y conformes y calmados todos los componentes de la mesa, incluida Chisca, al señor cura se le sirve papel, pluma, tintero y secante.

-Chisca hija -dice el señor alcalde- prepara café y atiza la estufa que esta va a ser una noche mu larga.


domingo, 3 de abril de 2016

Baile en la pradera






Jóvenes en el baile de la mañana del Martes de Aguas, entre los años 1938-1940
Pradera del puente de piedra.
 La sesión  de baile más esperada por ser la  más importante de todos los bailes de la época.
En esta mañana y en este evento se estrenaban los trajes y vestidos de la fiesta del Lunes de Aguas. Todo nuevo, ropa, zapatos, medias de cristal, calcetines, alfileres del pelo, gemelos para los puños de las camisas, insignias, broches, lazos, collares, pulseras..., todo de estreno para este baile de primavera, el baile más distinguido del año.

Domingos de cine

    El cine Norte era además salón de baile y teatro. Tenía muchos bancos de madera que alineaban rellenando todo el aforo, todo el espacio ...