El cine Norte era además salón de baile y teatro. Tenía muchos bancos de madera que alineaban rellenando todo el aforo, todo el espacio del salón en los pases de películas, obras de teatro, sainetes y comedias, haciendo las veces de butacas. Cuando había baile dejaban libre el suelo de la pista, y solo colocaban algunos bancos, pegados a las paredes, como asientos de las espectadoras, casi todas, madres, abuelas, o tías de las chicas y chicos, mozos y mozas que asistían a las sesiones de baile. Los hombres se quedaban de pie, agrupados en la entrada.
- suelo de cemento de la pista de baile de todo el salón-cine-teatro, tal cual. cine Norte. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
La pantalla de cine formaba parte de un monumental escenario, donde cabían perfectamente los decorados de teatro, títeres, comedias, la orquesta musical, y la enorme pantalla de cine.
Los domingos, después de misa, íbamos a ver las carteleras. En la puerta del cine Norte, exponían sobre un caballete los fotogramas de la película que se iba a proyectar ese mismo día, y del otro lado del caballete los del domingo siguiente. Las carteleras estaban clavadas con puntas en una especie de escalera hecha de tiras de madera, o eso nos parecía a los niños, colocadas a la altura de grandes y pequeños. El título de la película, también lo tenían clavado en el caballete. Otro cartel colocado en la esquina de cada fotograma, indicaba si era o no tolerada, o era para mayores de catorce, dieciocho o veintiún años de edad. La cartelera constaba de unas fotos grandes en blanco y negro, sepia, o en tecnicolor. Estaban impresas en una especie de cartulina dura como postales gigantes de cartón. Estos trozos de película cortados de la cinta y que después identificabas, claramente, cuando pasaban la película, suponía un aliciente más para los niños. Localizar la imagen de la cartelera en la pantalla que durante algunos segundos, cobraba vida y tenía una continuidad. Ese tipo de detalles nos encantaban.
- foto simbólica -
Uno de los recuerdos más bonitos que tengo de estos días de cine, es el haber ido con nuestros padres a ver las películas de "Joselito", "Molokai", "El Emigrante", "Los Diez Mandamientos", "Salomón o la Reina de Saba", "El Cristo de los Faroles", "La hija de Juan Simón", " El rey de la carretera" ( y su mulilla Golondrina...)
- Me encantan los ruiseñores,
en las mañanas de mayo,
cuando despiertan las flores.
Golondrina, Golondrina,
mi mulilla jerezana,
¡corre!, que lleguemos pronto
a Córdoba la sultana.
Echaban el pregón anunciando que, hoy había cine; el título de la película, la hora y si era o no tolerada.
- de cerca; una de las muchas ventanas del salón, y, el zócalo, tal cual era, tal cual estaba en la fecha que la fotografío. cine Norte. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
Recuerdo aquellas horas previas a la sesión de cine con los preparativos. El contento. La intriga. El suspense. La merienda infantil. "Coger los abrigos o una manta pequeña", para echártela por las piernas, por si hacía mucho fío en el salón. A pesar de la estufa de leña, bien atizada, que ponían junto a la puerta del cuarto de subida donde estaban las máquinas de proyección.
- puerta auxiliar. cine Norte. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
Recuerdo a los padres sacando las entradas en aquella minúscula ventana, que los niños descubríamos por primera vez, y aprendíamos que se llamaba taquilla. A las filas de gente que se hacían en torno a ella. A los vaivenes de los niños entre la taquilla y la fila, contando la gente, jugando a adivinar el tiempo que les quedaba de espera, y decidiendo, si comprar caramelos o cacagüeses que, entonces se vendía a granel en medidas de madera.
- taquilla del cine Norte. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
Y las frases repetitivas de la taquilla:
-Tantas entradas de niño, tantas de adulto, y unos chupa-chups, o caramelos, o unas gaseosas pequeñas.
Recuerdo las marcas, pintadas a mano, en el reverso del respaldo de los bancos, estaban numerados. Dudo, no estoy segura, de que aquellas marcas guardaran relación con el número de la entrada. Todo el mundo se iba sentando por riguroso orden de llegada.
- ventanitas de las cámaras del cine, por aquí salían las imágenes y el sonido que proyectaba la gran pantalla, sita en el mismo salón del cine Norte. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
Y aquel momento en que se hacía el silencio y se cerraban todas las ventas, se apagaban las luces, y tomaba protagonismo el foco cuadrado de luz blanca, que salía de lo alto de una pared. Emitía un haz de luz similar a un camino recto, formado de niebla, que se extendía iluminando el techo del salón. Los compases musicales anunciando el NO-DO, luego, la película. Aquellas historias a través de la pantalla que, en ocasiones, te arrancaban de los bancos de madera y te hacían sentir como si vivieras dentro de un cuento.
Cuando el pregonero tocaba en la esquina cercana a mi casa, era ya mediodía. Estábamos comiendo. El sonido de la corneta, a los niños, nos levantaba de la mesa, pedíamos permiso y salíamos a la calle, a oírlo mejor. Poníamos especial atención al escucharlo, porque ya sabíaos la película que ponían. La habíamos visto, por la mañana, en las carteleras.
El pregón:
"Cine Norte, presenta hoy, a las cinco y media, la película tolerada, que lleva por título "El Padre Damián, en la isla de Molokai"
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la pared de las ventanas, puede apreciarse la altura y, de nuevo el zócalo y su color...
cine Norte. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
Adiós a un estilo de vida que ya no volverá. Ahora las pantallas de cine las hemos transformado, o
nos las han transmutado en una minúscula pantalla de bolsillo individual, se
acabó ver cine en compañía de amigos, de novios, de pandillas, de padres y
niños, de quedar a propósito para ir al cine, de hacer cola en la fila de
taquillas, de reunirse en tal o cual establecimiento de cafeterías o bares,
antes y después de la película, echar la
tarde noche dedicada a la gran pantalla, a salir, al reencuentro, a compartir.
- cine-Norte. suelo de cemento y restos del templete de los músicos, escenario y pantalla de cine del salón de baile. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
Nos han individualizado cada quien ve su cine
particular, a la carta, en la micro pantalla a cualquier hora y en cualquier
sitio, sin acomodadores, sin salas en penumbra, sin butacas, sin una manera de
salir todos a un tiempo para acudir al mismo sitio, contrastar opiniones, comentar argumentos sobre un mismo tema. Nos han
robado la costumbre, el romanticismo de asistir a las salas de proyecciones sin
el soniquete de los proyectores y sin la bruma neblinosa cruzando los
altos y el techo hasta la gran pantalla.
Lo tengo delante de mí, solo a unos metros, y me grita doliente, cada ventanal, cada puerta, la taquilla y el conjunto del ruinoso edificio como pidiendo
ayuda en extrema urgencia, pero, quién puede auxiliar…
A fecha de hoy se mantiene componiendo la historia con su presencia, aguantando muros en
rebelión a su olvido, defendiendo su derecho a la memoria, sabedor de que está
herido de muerte y que nadie podrá hacer nada por evitarlo. Quien hubiese imaginado, en su esplendor, que su
existencia llegara al vacío, a convertirse en cascarón, en hojarasca.
Quién pudiera descerrajar candados, reabrir sus puertas de par en par y regresarte.
- puertas del salón de baile-cine Norte-teatro. foto propia. domingo, 19 de agosto de 2018 -
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_ Isa Hernández Gil _
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