19 de marzo, san José |
No había amanecido y ya estábamos expectantes a ver si oíamos levantarse a los padres para ir corriendo a darle su regalo, a felicitarlo, a colgarnos de su cuello y darle el abrazo más largo y los besos más fuertes.
Semanas antes, habíamos ido ahorrando con el dinero de la paga de los domingos, lo habíamos juntado todos los hermanos y habíamos ido a comprar un chisquero de esos que vendían en el estanco, luego íbamos al comercio a comprar un pañuelo moquero de color blanco, que era un pañuelo muy elegante, de esos de doblar a pico en el bolsillo superior de la chaqueta, los de a diario eran de cuadros, y, compramos también un par de calcetines finos, que ya venía el calor.
Recuerdo que en las casas se hacía comida de fiesta, la comida del día del padre.
Dando un salto muy grande en el tiempo, mis felicitaciones a todos los padres que se precien, felicidades a todos los que no lo son y ejercen como tal, a los que pasaron la vida queriendo ser padres y no lo consiguieron. Y un-no-felicidades a esos padres, vivientes, que sembraron en la vida y de por vida, niños huérfanos.
A los que hacen los calendarios, que pongan todos los años el 19 de marzo en colorau.
¿Es que no se han dado cuenta, que el día de la madre siempre es fiesta de primera?