miércoles, 13 de octubre de 2021

El pájaro Pinto y las campanillas de agua



El abuelo Bastián le pregunta a Migue, si esta tarde quiere ir con él y con Lucero, a regar la huerta. Y Migue, sin pensar, acepta encantado. es la primera vez que el niño sale al campo y, es tan pequeño. Lucero es un borriquito de tinte azul-grisáceo que, compró Bastián en Toro, en La Feria del Ganado. Es de un tamaño pequeño y tiene una mancha blanca que parece una estrella estampada en la frente.
Preparan la merienda, se ponen los sombreros, y abuelo y nieto se van a regar la huerta. Migue, subido al burro. El abuelo hace el camino a pie sujetando el ronzal y le va explicando a Migue lo necesario que es el riego de los tomates, los pimientos, las lechugas, los pepinos, las cebollas, la alfalfa, sandías, melones, patatas, y, de todo lo que tiene sembrado en la huerta, que por eso han hecho el pozo y le han puesto una noria, y, que a esa noria van a enganchar a Lucero.
-Migue, hijo, mira, aquella es la noria, ya estamos cerca.
-¿Dónde, abuelo?
-Allí, ¿no ves la cabaña? Allí a continuación de los rosales. Entre la cabaña, la noria y los rosales andará el pájaro Pinto, en cuanto nos vea llegar verás cómo aparece.
-¿La has hecho tú, abuelo? ¿Has hecho tú la cabaña? Y, quién es el pájaro Pinto, ¿dónde está, cómo es?
-Ya lo verás, ya. La cabaña está hecha de barro y cañizo. La hice esta primavera, por si, de repente, cae un chaparrón que tenga uno donde ponerse a cobijo y para tener sombra cerca de la noria que bien se agradece, ya ves el calor que hace.
Migue, se queda extasiado contemplando la cabaña que ha hecho su abuelo. Una cabaña que tiene la entrada en forma triangular, pero sin puerta, el abuelo le explica que es para que pueda entrar todo aquel que se encuentre en la necesidad.
-Mira, mira el columpio que he colgado de los palos del techo...
En esto se oyen unos trinos, ahí está el pájaro Pinto, revoloteando entre ellos, entrando y saliendo de la cabaña, se oculta entre los rosales y vuelve a salir. Pinto, es un pájaro vivaracho de plumaje tornasolado como pintado de colorines.
-Ya está llamando la atención, quiere hacernos saber su contento porque se alegra de vernos y ¿sabes, Migue? No se asusta de la gente como los otros pájaros -dice el abuelo- siempre sale al encuentro.
Desaparejan a Lucero y guardan los aperos en la cabaña. Al burrito le ponen el collarín y los tirantes y entre los dos lo enganchan a la palanca de la noria. Después, el abuelo, dobla una especie de paño grande y lo coloca sobre los pizpiretos ojos de Lucero, a modo del juego de "La gallinita ciega"
-Abuelo, pero ¿por qué le tapas los ojos?
-Por qué va a ser, porque va a estar dando vueltas y vueltas al brocal del pozo durante toda la tarde, para que no se maree.
-¡Pobrecito! -exclama Migue todo compungido.
-No hay "cuidau", chico, estos animales aguantan bien, sufriría más si no lo tapáramos.
Y Lucero, a la orden de ¡arre! empieza a dar vueltas a la noria y Pinto con él como si fuera su guía. La noria gira y la cadena de arcabuces se pone en movimiento, bajan al pozo se llenan de agua y suben a vaciar en la arqueta. Migue, sigue con la mirada los andares de Lucero, las vueltas que da la noria y los vuelos de Pinto.
Esas vasijas que suben el agua se llaman arcabuces, Migue, y ahí donde vacían se llama arqueta, de la arqueta el agua sale a la regata que es como un camino de agua que la lleva hasta los cerros, y una vez allí la manejamos nosotros con la azuela. Ya verás.
-Y, este agua ¿se puede beber, abuelo?
-Y se puede beber. Pero vamos, vámonos deprisa que hay que abrir los liños (surcos)con la azuela, y hay que llegar antes de que llegue el agua para que no se vaya por otro lado y se desperdicie. Nunca hay que derrochar el agua, Migue, es uno de los bienes más necesarios y anda escasa, el agua hay que utilizarla muy bien y cuidarla mucho.
Migue, escucha atentamente las palabras de su abuelo sin parar de mirar todo cuanto le rodea.
-¿Ves esos árboles? Ahí entre los troncos mana una charca pequeña. Esos árboles son moreras, dan moras blancas muy dulces y las hojas de estas moreras se recogen para dar de comer a los gusanos de seda. Pues ahí en la morera más alta tiene el nido el pájaro Pinto, y bien alto que lo ha hecho. Mira chico, ya llegó el agua. Ahora abrimos el cerro con la azuela hasta que se llene bien y luego cambiamos al siguiente. Después te enseño cómo se hace para que lo aprendas.
Liño a liño, entre Migue, el abuelo y Lucero van dando agua a la huerta. Migue está disfrutándolo todo, solo que allí donde están no hay sombra, y como dijo el abuelo el calor aprieta. Un calor al que Migue no está muy acostumbrado. Así que el abuelo le recomienda que se vaya a la cabaña que allí se está fresco, y que se quede bajo cubierto hasta que paso el rato de calor fuerte.
El niño entra en la cabaña, sí, allí se está fresquito. Se tumba en el suelo de tierra y al runrún de los sonidos metálicos de los arcabuces y del vaciado del agua se va quedando dormido. Entonces ocurre que el sueño de Migue "comienza a llenarse de enredaderas floridas, de esas enredaderas silvestres donde florecen las campanillas blancas. El pájaro Pinto sobrevuela el sueño con una campanilla en el pico, se posa en el borde de la arqueta y suelta la flor en el pozo, después entra en la cabaña se desliza por la cabecita dormida de de Migue y le habla al oído de "una leyenda de campanillas blancas" Le cuenta que esas flores purifican las aguas de los manantiales y la vuelven tan cristalina que se puede beber..., y Pinto levanta el vuelo, recoge más campanillas y las echa en la charca pequeña que mana entre los troncos de las moreras, luego se baña en la arqueta, sube por la palanca de la noria hasta la cabeza de Lucero y allí se sacude las plumas, Lucero da un respingo y anda más deprisa..., y la noria da vueltas más deprisa..."
-¡Despierta chico, que ya es más que hora de merendar...!
El abuelo zarandea con suavidad al niño sacándolo del sueño. Mientras Migue se despereza el abuelo descuelga las alforjas con la merienda.
Pinto, subido al columpio otea la comida, sabe que siempre hay algo más que solo migas, el abuelo le pone al pájaro Pinto unos trocitos de la merienda. Da orden de ¡Sooo! a Lucero que obedece al instante. Tiene que descansar un poco, beber un cubo de agua y merendar unos puñados de alfalfa.
Mientras comen, el abuelo le cuenta a Migue, que esas flores, esas campanillas blancas tienen una leyenda muy antigua que dice que limpian el agua de los manantiales del campo y la vuelven más rica al gusto y más limpia y más cristalina y más pura. Migue interrumpe a su abuelo y le cuenta el sueño que acaba de tener con el pájaro Pinto,y las campanillas de agua. El abuelo se queda muy pensativo y Migue esperando una respuesta. El abuelo le dice que debe ser la magia de los campos. Terminan la merienda, recogen las alforjas y Bastián continua regando, Migue, se queda en el brocal animando a Lucero que después de la pausa de la merienda de alfalfa le cuesta coger el ritmo a las vueltas de la noria.
Y Pinto se acerca al brocal con una campanilla en el pico, la deja caer en el pozo, se mete en la arqueta, como bañándose, y saltito a saltito chorreando agua con las plumas desfiguradas, pegadas al cuerpo, sube despacio por la palanca de la noria hasta el lomo de Lucero, se coloca entre las orejas del burro y se sacude el plumaje. Lucero, al contacto con las gotas de agua da un respingo, a Migue le da la risa, y el burro empieza a andar más rápido, casi corriendo, como si el frescor del agua lo llenara de energía. Y Pinto se posa sobre el aparejo del burro y se queda ahí quieto como puesto a secar, luego emprende el vuelo y se va y vuelve, y se va y vuelve con otra y otra campanilla blanca en el pico, y la suelta en el pozo y se mete en la arqueta y se sacude el remojón entre las orejas de Lucero.
Cuando las ranas de la charca empiezan a croar y los grillos entonan su cric cric, significa que va cayendo la tarde, Lucero lo sabe, tiene cogida la hora y por eso se para tanto en las últimas vueltas a la noria, ya quiere irse a casa. El pájaro Pinto hace un buen rato que se ha recogido, Bastián y Migue lo han visto desaparecer entre el ramaje más alto de las moreras, allí duerme, allí está su nido.
-Chico ¿has visto a Pinto ir y venir con las campanillas? Daba gusto verlo, del pozo a la charca venga a echar flores, venga a limpiar el agua, venga a trastear a Lucero. No ha hecho otro oficio.
-Sí abuelo, no lo he perdido de vista en todo el rato ¡cuánto, cuánto me ha hecho reír!
El abuelo Bastián, ya en el camino de vuelta, va contando a Migue que regar es como alimentar las plantas porque el agua es la vida, ya lo has visto hijo, no vayas a olvidarlo nunca, dice el abuelo que, sigue sin poder entender ni explicarse cómo ha podido ser eso del sueño de Migue, de que el niño haya soñado con la misma escena que iba a presenciar al poco de despertarse, eso de las campanillas blancas que Pinto traía en el pico para echarlas al agua... Aunque el niño esté convencido y se haya quedado tranquilo con la explicación de su abuelo de que "todo se debe a la magia de los campos" y como quiera que Bastián no ha parado de darle vueltas a esa "magia" y por más que discurre no entiende cómo puede haber sucedido tal cosa, dice para sus adentros -sí, eso ha debido ser, la magia de los campos, no hay más explicación.
Y Lucero, Lucero va pensando en el pesebre, en los granos de cebada, en la quietud de la cuadra, en el descanso, eso será lo hace andar tan ligero el camino de vuelta a casa.
Migue ha disfrutado de su primera salida al campo, de su primera tarde de trabajo en la huerta, de la cabaña, de la regata del agua, de la merienda, de la noria. de Lucero, del pájaro Pinto, de los vaivenes del columpio, del sueño de las campanillas blancas, del croar de las ranas de la charca, del cric cric de los grillos....
-¿¡Podré volver otro día, abuelo!?
-¡Claro! claro que podrás, hijo -respondía Bastián orgulloso.
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_los cuentos de isa-Petricor_ Isabel_

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