La tarde es como muchas tardes de invierno. Por los tejados y rincones de las calles donde no han llegado los rayos del sol empieza a brillar la escarcha perenne. Al solombrío las cortinas de chupiteles colgando de los canales siguen intactos. Y aquella telaraña del espino permanece helada, llena de cristales diminutos, como rebozada en azúcar y sal.
En estos días de Navidad, los niños esperamos impacientes la llegada del cartero; los familiares y amigos que viven en la capital nos felicitan las Pascuas enviando postales navideñas, cartas, participaciones de lotería y calendarios nuevos. Calendarios nuevos de la capital...
Los comercios del pueblo cambian los escaparates para la ocasión, ponen cajitas de anguilas, cartas de Reyes, pañuelos moqueros, cajas de pinturas Alpino, sacapuntas nuevos en forma de tele, plumieres, calcetines, postales de Navidad troqueladas y con brilla brilla, colonias, Angelitos y Vírgenes de azúcar que brillan como piedras preciosas. ¡Cuánto nos gustaba ir a ver los escaparates de Navidad!
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Fragmento de Crónicas a la Luz del Candil
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Fragmento de Crónicas a la Luz del Candil
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