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-Habla, Gervasio -dice el señor alcalde
-Habla, Gervasio -dice el señor alcalde
-Pues Gabriel y yo decíamos que si puede esta serpiente de la que hablan Santos y Rufo puede ser la culebra que hoy en día está disecada en la ermita de Zamora, esa del pastor, pero esa ya está bien muerta, pues si será una cría, vaya usté a saber..
. tener en cuenta a Asun y Laly
. tener en cuenta a Asun y Laly
-O su espíritu -dice Gabriel- también podría ser un espíritu de la de la ermita, tengan en cuenta que lleva años dentro de la ermita. Puede estar santificada.
-Por Dios Señor- dice la señora alcaldesa- con todos mis respetos, menudo disparate Gabriel.
-De todas maneras -continua Gervasio- es una culebra de buenos sentimientos, a ver si va a ser el espíritu de la culebra esa del pastor, que comprendió su muerte, digo yo, porque una culebra descansando pa siempre en una ermita choca bastante ya tenía que ser buena y comería pa alimentar su cuerpo gigante, luego se arrepentía de haber tenido que comer a los animales con los que los vecinos del pueblo trabajaban y se alimentaban, ella, según dicen, se crió con leche, se alimentaba de la leche que le proporcionaba el pastorcillo, pero claro, al tener que irse el pastor y quedarse ella sola, se alimentaba de lo que pillaba, de lo que era más propio y natural en su tamaño, pero creo que en ningún caso esa culebra no es una culebra asesina, y Gabriel y yo ya lo hemos hablau.
-Así debe ser -habla Gabriel- digo que el hambre, grande como ella misma, seis metros de culebra, ella y su espíritu bueno se quedaron por estas tierras para guardar y salvar a los vecinos, vaya usté a saber si eso no ha sido, es, y, vaya a ser así y toos tranquilos.
-Sepan ustedes, dice la alcaldesa, que hay un término que lo llaman la Sierra de la Culebra.
-Sí señora, efectivamente- responde Gabriel-pero se llama así porque dicen que deriva de la forma ondulada de ese terreno, de las formas curvas y enroscadas que se asemejan a una culebra gigante, qué digo gigante, de tamaño descomunal sería, no es na más que eso, ese es todo el misterio del nombre de la Sierra de la Culebra allá por Sanabria. Aunque hay quien dice que en tiempos, esos terrenos fueron "nidos" de víboras, culebras y bastardas o séase, culebras americanas que llaman; como ahora mismo la pueblan los lobos, los ciervos y los jabalíes, pues, vaya usté a saber...
Y la explicación de Gabriel que ya se daba por terminada es interrumpida por unos sonoros golpes a la puerta, al llamador de la puerta, tan, tan, tan, tan-tan-tan.
El señor alcalde, contrariado, sale a abrir ante la insistencia del aporreo del llamador. La sorpresa al abrir no fue mayúscula. No podía ser otra, quién si no, ni más y ni más ni menos que la propia y la mismísima Celia, que, impacientada tocaba y tocaba sin parar aporreando el portón con el grueso llamador de hierro en forma y tamaño de puño.