<<... Al resguardo del frío, al humor de la lumbre, el hogal era el punto de encuentro, el recibidor de invierno. En el hogal tenían su rincón las conversaciones más trascendentes, contaderos de leyendas, de historias, de casos...
Al humor de la lumbre las mujeres hacían punto.
Al humor de la lumbre se escogían alubias, garbanzos, patatas.
Al humor de la lumbre se pelan almendras, se "estita" a mano el maíz amarillo mazorca a mazorca.
Al humor de la lumbre jugábamos los niños.
Al humor de la lumbre se asaba remolacha azucarera, patatas y chorizo.
Al humor de la lumbre se tostaban rebanadas de pan pinchadas en un tenedor.
Al humor de la lumbre se hacían garbanzos salados y se tostaban almendras.
Al humor de la lumbre se hacían palomitas de maíz de trigomillos blancos que, en pocos minutos al rescoldo, palomita a palomita, empezaban a saltar sobrevolando el hogal.
Al humor de la lumbre se hacían bizcochos en cazuela subidos a la trébede.
Al humor de la lumbre zascandileaba el gato en busca de calor y atraído, además, por el olor del guiso. Después se plantaba cerca del fuego y al momento lo veías ahí pasando las horas, acurrucado y soñoliento acomodado en el hogal, tan cerca de las brasas, que hasta llegaba a prendérsele la cola. Y ni por esas dejaba de volver al hogal a que le tentara el sueño al calorico, a comiscar algo y a quedarse tan, placenteramente, dormido sobre los ladrillos calientes.
-Mira a ver..., que huele a chamusquina.
-¡Sape! ¡Sape...!
-A ver si se chisca y sale ardiendo el animal...,mecagüendioro.
Y, el gato, abre a medias un ojo, lo vuelve a cerrar, y sigue durmiendo como si no fuera con él...>>
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Fragmento de Crónicas a la Luz del Candil
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