domingo, 3 de enero de 2021

Siguiendo el Valle del Guareña. "Orígenes de un pueblo" de Ricardo Hernández Muñoz

VISITA ENCAMINADA A REALIZAR UN INFORME VISUAL SOBRE EL VALLE DEL GUARE�A




He llegado a este punto comprometido con la identidad de esta tierra y de este valle por donde deben haber pasado importantes civilizaciones y que buen testimonio de ello son las huellas que hemos venido siguiendo sobre la inhumaci�n descubierta de esa tribu, con sus hombres que buscaban la pradera perdida entre las colinas de aquel mundo oscuro y silencioso siguiendo un r�o en la direcci�n de la corriente con sus orillas cubiertas de arbustos.

Hasta aqu� nuestra meta del estudio superficial y ligero donde se dirig�an mis deseos de ver el desarrollo del mundo a la fecha marcada de los posibles primeros pobladores de nuestro pueblo. Aqu� empezamos a tomar contacto con personas del pueblo, a interrogarles para que nos pudiesen aportar sus diversas memorias, aunque s�lo fuera de o�do o del boca a boca de las generaciones anteriores. Para ello consegu� entrevistarme, tal vez con el mejor informador que exist�a en el pueblo. Primero por ser la persona de m�s edad y segundo, por ser una persona sincera, ecu�nime y honesta. Me refiero a don Mariano Hern�ndez Benito, y que a pesar de poseer mi mismo apellido, parece ser que nada nos vincula gen�ticamente, pero que viendo como se han desarrollado las cruzadas hereditarias, no deber�amos sorprendernos si descubrimos que nuestros or�genes son los mismos. Pero ya sabemos que Hernando - origen del apellido Hern�ndez - desciende de la villa de Espronceda partido Estella, Navarra.

Este hombre de 99 a�os de edad, me aport� datos valios�simos siempre avalados por su pensamiento sencillo, inteligente y sincero. En sus testimonios excluy� toda la clase de concepci�n pol�tica y creencias fantasiosas, bas�ndose siempre en datos personales de su siglo de antig�edad, con una lucidez y memoria incre�bles. Sus estudios e informaciones orales, recogidas de esas generaciones pasadas, parec�a revelarlas en clave de homenaje y agradecimiento, por haberlas recibido de sus antecesores, conociendo lo que fue su vida y su labor.

Para centrarme m�s en el estudio del pueblo y el valle, le ped� colaboraci�n a mi hermano Flori�n, que con su honestidad y sus dign�simas dotes en el valor del trabajo y sin g�nero a duda, por su demostraci�n de aprecio, estima y amor a mi persona. Me acompa�� a las visitas que he realizado a diferentes centros de estudio hist�ricos, para recoger datos del tema. Mi hermano siempre con su demostraci�n de aprecio a su profesi�n, la agricultura (cultivar la tierra) entreg�ndose a ello todos los d�as -desde bien ni�o- sin desmayo, enganchado en todo lo que concierne a esta actividad, incluido la mancera del arado y la siega de las mieses, a�o tras a�o, con el fuego del verano y el intenso fr�o del invierno. Su fe como un buen profesional, estaba en su satisfacci�n del deber cumplido en defensa de su familia, sus hijos y su hogar, materializando la labor con honra.

La colaboraci�n de mi hermano estaba basada en que me acompa�ara a recorrer el valle del r�o Guare�a, donde est� asentado nuestro pueblo. Desde su nacimiento hasta donde muere, desembocando en el r�o Duero; visitando todos los pueblos, aldeas, caser�as, alquer�as y dehesas de ganado bravo de lidia y casta, que a mi hermano y a m� nos encanta, siendo ambos aficionados a la fiesta nacional. Flori�n es seguidor de Paco Camino y yo de Santiago Mart�n �el viti�, en aquella �poca gloriosa del toreo. 

En fechas muy recientes, pude comprobar con este hermano, que hay un tiempo para cada cosa. Hicimos una visita a la dehesa de palomar compartiendo el espacio de una tarde, de un d�a cualquiera de nuestra existencia en el mundo. Mi hermano con su vista en el entorno, me describ�a su infancia en aquel caser�o. Por ello yo considero en todo este proceso de dos hermanos �qui�n ayud� a qui�n?. Porque la edad favorece el abandono de las luchas y esfuerzos, por una imagen, un sueldo, un prestigio... y es una buena oportunidad para la entrega de lo que la persona es y ha construido a lo largo de su vida con esa soltura del desahogo.

El recorrido por el Guare�a comenz� saliendo desde nuestro pueblo, una ma�ana del mes de julio, con direcci�n al sur para comenzar viendo donde nac�a el r�o. La primera parada la hicimos en el vecino pueblo de B�veda de Toro, a especie de consulta r�pida y continuamos viaje para conseguir que nuestro deseo se hiciera realidad. Con nostalgia de la infancia, al pasar y recordar pueblos como Zorita, Palacios Rubios y Villaflores, poblaciones muy similares en habitantes con t�rminos de caser�os y terrenos llanos, del partido judicial de Pe�aranda de Bracamonte, y el �ltimo de ellos m�s cerca de Cantalapiedra con el terreno m�s arenisco, como en semihondonada, pero que su producci�n era semejante a la de los otros en la agricultura-, mi hermano me recordaba la sed, la fatiga, el sol y el aire que abrasaba en los veranos en que �l fue a estos lugares a ganar el pan (aqu� s� que hay que decir que con el sudor de su frente), a la corta edad de nueve a�os -un ni�o-, haciendo de rapaz en las cuadrillas de segadores, en estos pueblos citados e incluso se acordaba de quienes hab�an sido sus compa�eros de trabajo.

Aunque llev�bamos mapas y planos del itinerario a seguir, no acab�bamos de centrarnos en el punto exacto del nacimiento del r�o, paramos a preguntar a un pe�n caminero en la entrada del pueblo de Ca�izal. Este se�or nos dice que deb�amos seguir la carretera nacional 620 con direcci�n a Salamanca y que pregunt�ramos en el pueblo de La Orbada, por Villaverde de la Guare�a ya que este era el lugar exacto donde nac�a el r�o. Continuamos la direcci�n indicada, pero antes de llegar a La Orbada, nos desviamos a la izquierda por una carretera secundaria que indicaba a Espino de La Orbada, ya que seg�n nuestro mapa, nos daba la impresi�n de que pasaba por este pueblo el r�o Guare�a, y que desde aqu� pod�amos seguir por la ribera del r�o hasta llegar a su nacimiento en Villaverde.

En Espino preguntamos a unos se�ores que se encontraban en un front�n de pelota, y nos dijeron que el Guare�a no pasaba por ese pueblo, que por all� el r�o que pasaba era el Serra, que es un afluente del Guare�a y nos indicaron que muy cerca de all� se juntaban los dos r�os. Seguimos sus indicaciones yendo por un camino a�n peor que si fuera para cabras, y a unos dos kil�metros de distancia por entre carrizales, juncos y rastrojares, llegamos hasta donde se un�an ambos r�os, entre una arboleda y un puente, con escas�simo caudal de agua, que ni siquiera corr�a entre las espada�as.

Despu�s de ver esto, dimos la vuelta como pudimos con el coche y cuando llegamos de nuevo a Espino vimos un puente sobre el r�o Serra, a la misma entrada del pueblo, construido de piedra y bastante antiguo pero con una buena conservaci�n. Los mismos se�ores, que jugaban a la raqueta en el front�n, nos dicen que tal vez, continuando hasta el pueblo de Pedroso de la Almu�a, sin falta de retroceder a la carretera general, se pudiera llegar hasta Villaverde. Nosotros con la ilusi�n de seguir el cauce del r�o nos dirigimos a Pedroso, al tiempo que �bamos disfrutando del paisaje, seco en esta �poca del a�o, aunque con alguna huella de verdor y aspecto de un remoto pasado de zonas que pudieron ser pantanosas.

Antes de entrar en Pedroso preguntamos a un se�or mayor, curtido del t�rrido sol de Castilla y con los efectos del campo, ya que tales personas no suelen enga�ar a nadie. Dicho se�or nos dijo que desde Pedroso no pod�amos llegar hasta Villaverde, al menos por carretera. Algo m�s charlamos con el abuelo, nos despedimos d�ndole las gracias, y ya decidimos seguir hasta el pueblo debido a lo cerca que nos encontr�bamos. Paramos en la plaza del ayuntamiento y preguntamos a unas personas que sal�an de ese lugar, indic�ndonos que no pod�amos llagar a Villaverde y que deb�amos salir de nuevo a la carretera nacional 620, en direcci�n a Salamanca. �Pasen el pueblo de La Orbada -nos dijeron- y a escasa distancia sale una carretera que indica Villaverde de la Guare�a, la cual les llevar� hasta el mismo pueblo�.

Antes de abandonar Pedroso de La Almu�a nos informamos, sobre sus habitantes y otros temas que nos interesaban. Nos dijeron que hab�a muy poca juventud y que ten�a unos 300 habitantes, y que lo m�s significativo del pueblo era la estaci�n de ferrocarril y la iglesia con su torre. Ojeamos el arroyo de Valmor�n, que tambi�n es afluente del Guare�a.

Retrocedimos a la carretera general para hacer lo que ya nos hab�an indicado en Ca�izal. Paramos en La Orbada para preguntarle a un se�or bastante mayor que sal�a de un establecimiento de hosteler�a, y como el mundo siempre ofrece sorpresas cuando lo caminas, nos sorprendimos cuando dicho se�or nos dice que no conoce tal r�o, que estamos equivocados y que Villaverde nada tiene que ver con el r�o Guare�a. Quedamos algo desmoralizados, pero dimos m�s credibilidad a las otras dos informaciones que a la de este se�or, que adem�s no era hombre de campo. En La Orbada, pueblo tal vez m�s peque�o que Pedroso, pero con m�s aspecto tur�stico y se�orial por estar en la carretera general, echamos un vistazo y lo �nico rese�able fue su iglesia parroquial.

Seguimos con direcci�n a Salamanca a unos 5 kil�metros, nos encontramos un cruce donde se indicaba: 10 kil�metros a Villaverde de la Guare�a y 5 kil�metros a Pajares de la Guare�a, entre otros pueblos. Despu�s comprobar�amos que este top�nimo del Guare�a es tan frecuente en la zona como el viento que se respira, ya que figuran con �l, entre otros: Tarazona del Guare�a, San Pelayo del Guare�a, Vallesa de la Guare�a, Olmo de la Guare�a, Vadillo de la Guare�a, Castrillo de la Guare�a, etc..., por lo tanto, el se�or de La Orbada era el equivocado o el equivocador (ya hemos dicho que no era hombre de campo).

Antes de llegar a Villaverde dejamos a la derecha una finca o granja que unos nos dijeron que pertenec�a a Ca�adilla de Abajo, para otros se llamaba Aldea Yust. En alg�n tiempo debi� de ser aldea o villa, pero el aspecto que hoy ofrec�a era de ser un caser�o ruinoso o abandonado.

Entramos en Villaverde sin rumbo fijo, pero alguien en nuestro pueblo nos hab�a comentado que el r�o Guare�a nac�a en los ca�os de agua de una fuente que hab�a en la plaza de un pueblo de la provincia de Salamanca, al lado de Pe�eranda de Bracamente. Con esta orientaci�n nos dirigimos a la plaza del pueblo, que casi siempre est� marcada por la torre de la iglesia. Tres hombres charlaban en la esquina de una de las calles que daba acceso a esta plaza, ancha y soleada. Casi al lado de ellos paramos el coche y comprobamos que hab�amos llamado su atenci�n. No obstante, nos dirigimos a ellos saludando y pregunt�ndoles si nos pod�an indicar donde se encontraban los ca�os de agua de los cuales nac�a el r�o Guare�a. Pero antes de aclararnos nada, uno de ellos se fij� en la matr�cula del coche y nos pregunt� que si �ramos de Gij�n. Le contestamos que s�, que yo resid�a en Gij�n desde hac�a ya muchos a�os, pero que ambos �ramos nativos de Villabuena del Puente (Zamora), y enseguida sali� a relucir el escudo her�ldico y emblem�tico de este lugar en el cu�l hemos nacido.

 Nos comentaron los buenos trabajadores que hab�a en nuestro pueblo y que muchos de ellos hab�an prestado sus servicios para dos de los tres se�ores con los que est�bamos hablando, los cuales continuaron hablando del tema con mi hermano (se deduce que estos se�ores desconoc�an el �San Benito� que en sus tiempos se nos hab�a atribu�do desde la ciudad de Toro), mientras tanto, el tercer hombre se interesaba en charlar conmigo, pregunt�ndome si viv�a en Pumar�n, que es un barrio de Gij�n, y me qued� un tanto sorprendido, ya que en este tiempo yo ya no viv�a en Pumar�n, pero si hab�a vivido all� cerca de 20 a�os, lo que me hizo pensar que este se�or me pudiera conocer. Pero no fue as�, lo que pasaba, era que este hombre ten�a dos hijos residentes en Pumar�n, los cuales deb�an de trabajar en la empresa Ensidesa de Gij�n (Asturias).

Despu�s de escuchar todos estos comentarios con la m�xima atenci�n, o a lo menos dando a entenderlo, puesto que a nosotros lo que nos interesaba era saber la procedencia del Guare�a, insistimos en saber donde estaban los ca�os de agua. Nos dijeron los tres al mismo tiempo, que no era cierto lo de los ca�os de la plaza y que la Guare�a nac�a a unos dos kil�metros de la poblaci�n donde nos encontr�bamos. Los dos se�ores que hablaban con mi hermano, no parec�an muy dispuestos a desplazarse con nosotros hasta el lugar del nacimiento del r�o, incitando al otro a que lo hiciera �l, que conoc�a mejor el terreno. Ante esta actitud, se interes� en acompa�arnos el hombre que hab�a charlado conmigo, haci�ndome constar, que �l no era nativo del lugar, �yo nac� en la Alberca (nos dijo) al otro extremo de la provincia de Salamanca, rayando con Extremadura, cerqu�sima de las famosas Urdes, aunque hace ya muchos a�os que resido aqu� y conozco bien la historia del pueblo�.

Esto me hizo recordar que en una ocasi�n los gobiernos argentino y espa�ol, organizaron uno de los primeros viajes de emigrantes espa�oles que desde su juventud hab�an marchado a Am�rica y no tuvieron la suerte de poder volver a sus tierras natales -en este caso Asturias- viviendo bajo otro cielo. Un t�o carnal de un cu�ado m�o regres� en ese viaje, cuando hab�a marchado deb�a de ser muy joven, por lo que no conoc�a nada de Asturias, excepto el recuerdo de una m�sera y remota aldea situada en las faldas del monte Aramo, que en aquellos tiempos (seg�n �l) para llegar hasta all� ten�a que ser en verano y haciendo uso de alg�n animal que transportara a las personas mayores y las mercanc�as, pues en invierno y el resto del a�o, las caleyas, prados y montes rocosos no lo permit�an debido al agua, el hielo y la nieve. Su sobrino -mi cu�ado- era nativo de Asturias, concretamente del concejo de Quir�s, del mismo pueblo que el emigrante, y se llamaba Tene. Mi cu�ado recurri� a m�, para que le ense�ara Asturias a su t�o, a pesar de yo ser de Zamora y �l asturiano. La similitud de la situaci�n, me hizo recordar este hecho.

El se�or de la Alberca nos acompa�� en el coche hasta donde pudimos llegar, por un camino de servidumbre de labranza, que se encontraba en p�simas condiciones, lleno de agua, baches del riego de motores y roderas de tractores. Tanto es as�, que llegamos a un punto donde ya no pudimos pasar. El de la Alberca nos dijo: �Bueno, desde aqu� ya llegamos caminando�, y continuamos el camino por entre rastrojeras de cebadas, huertas y trigales, hasta que llegamos a la v�a f�rrea de Salamanca-Medina del Campo, que era donde dec�a el se�or que estaba el manantial. Pero el de la Alberca dud�, �yo s� que est� por aqu�, debajo de un puente de la v�a, pero hace tanto tiempo que no vengo por este lugar, que ahora lo dudo�, nos dec�a. No era de extra�ar entre tanta maleza de matorrales de hierba y cardos, nos hizo caminar por la v�a adelante, con direcci�n a Medina y finalmente encontramos el puente. Entonces �l nos dijo �aqu� est�, pero nosotros mir�bamos y no ve�amos agua. S� not�bamos hierbas verdosas, berros y juncos al lado mismo de la v�a, pero no precisamente debajo mismo del puente. Ve�amos el puente seco, con un cauce que parec�a al de un arroyo, pero sin gota de agua, que daba la impresi�n de venir desde un pueblecito cercano como a unos 700 metros de ese lugar, llamado Cabeza Bellosa.

Desde el mismo and�n de la v�a hasta el asiento del puente hab�a unos tres metros de desnivel, cuya bajada estaba escalonada con vigas de hierro del ra�l del tren, clavadas y reforzadas con hormig�n y piedras, pudi�ndonos imaginar que cuando hicieron la v�a ya tomaron estas precauciones para no tapar el manantial de la fuente vieja, donde nac�a el r�o. Y ya citamos que esta zona estaba llena de matorrales con hierbas algo verdes abajo y secas en el resto del entorno. Yo pens� que en tales fechas en estos lugares sol�a verse la presencia de alg�n reptil, seres a los que yo repugno. Pero mi hermano, hombre de campo, no temi� nada. Mir� el muro y se lanz� por su descenso a buscar entre la maleza el agua de nuestro r�o. Meti� sus brazos entre los juncos, berros y alguna espada�a, llen�ndose las manos con el liquido cristalino y grit�ndome: ��Mira, aqu� est� el agua del Guare�a que pasa por nuestro pueblo!� Me ped�a una vasija para llenarla y ense�arla en el pueblo, para que vieran el agua del manantial de donde nac�a la Guare�a. Mi hermano miraba la fuente como sagrada urna, cog�a una y otra vez el agua suave en sus manos y derramaba a especie de riego el florido y poco verdor de al lado. No pude saber su oculto pensamiento, pero me hizo recordar aquellas tribus primitivas que con toda su nobleza adoraban la naturaleza, manantiales, valles, cuevas, monta�as, etc. Con todo su entusiasmo me hizo bajar a tocar el agua, del que dec�amos nuestro r�o.

Despu�s de este acto emocionante del sentido natural, le suger� al se�or de la Alberca, que esta fuente llamada �la vieja� (seg�n el diccionario de Madoz), estaba en una fondosa y hermosa alameda propiedad del duque de Fr�as, descendiente de un pueblo llamado Arroyuelo de la provincia de Burgos, y que hoy estaba desierto. El se�or de la Alberca contest� que pod�a ser cierto, pero que debi� de ser hac�a muchos a�os, porque �l siempre la hab�a conocido como finca de la ca�adilla, y su propietario era don Diego Veloz -que por cierto, ten�a una gran popularidad al ser persona que carec�a de sentimientos humanos-, y que har�a unos 20 � 25 a�os la vendi� en una subasta a trav�s de un corredor de fincas en Salamanca y los due�os que la tienen hoy, compraron finca, manantial y parte de la alameda que queda, que era una que estaba al lado de un caser�o, en solamente 11.000.000 millones de pesetas -un regalo-.

Como el albercano, nos pareci� una persona inteligente, le seguimos comentando que seg�n Pascual Madoz en su diccionario estad�stico, geogr�fico e hist�rico, dice que el valle del Guare�a, dentro de la provincia de Salamanca, coge muchos pueblos y aldeas, al tiempo que le cit� algunos de los que nosotros ten�amos en nuestros apuntes, como Aldeaseca -con su arroyo llamado Mazores-, Aldea Yust, Zorita, Palacios Rubios, Villaflores, La Carolina, Villoria, Hornillos, Cantaelpino, Riolobos, Poveda, Revilla, Cotorrillo, Morquera, Pedroso, Villafuente y La Torre. El se�or nos contest� que s�, que pod�a ser que unos 150 � 200 a�os atr�s quiz� hubiese existido todo ello como alquer�as, aldeas o pueblos, pero que hoy los dos �ltimos lugares que hab�amos citado, eran montes sin caser�a alguna y que de los otros casi ni exist�an huellas, como es el caso de la Carolina, que s�lo existe como estaci�n de ferrocarril, y casi abandonada. Lo que s� pod�a ser cierto, dijo, es que pertenecieran al valle, puesto que en aquellos tiempos los arroyos que pasaban por los puntos que hab�amos se�alado, deb�an tener bastante agua e iban a parar al Guare�a, aunque hoy, aquello que debi� ser pantano o zona pantanosa, �ya ven ustedes como est�, y me figuro que en su pueblo pasar� igual� (coment�). El cambio clim�tico, los pozos y el avance tecnol�gico en el regad�o, ha contribuido a la desecaci�n de estas zonas.

Echamos un vistazo a aquellos campos de soledad mustios y callados, que en otros tiempos debieron ser f�rtiles y hasta alegres zonas pantanosas -como todo el valle- donde las ranas cantaban al ritmo de las aves acu�ticas y en el verdor de la ribera, los grillos les acompa�aran. Pero el inexorable paso del tiempo, con sus movimientos citados, hace que todo cambie, hoy el canto que se o�a en este hermoso valle y m�s que valle, vaguada, entre el bochornoso calor, porque apenas se mov�a el viento, era el sonido de los motores de riego para la remolacha, el ma�z etc., creando ese verdor artificial y desecando la verde ribera natural, solo marcada por el arbolado de alamedas de chopos y �lamos, con sus negrillos secos, en todo el recorrido de la ribera del Guare�a.

De retorno a Villaverde paramos en la ancha plaza, desierta a esas horas del medio d�a cuando los rayos del sol ca�an perpendiculares, provocando el t�rrido calor de Castilla en estas �pocas del a�o. Para despedir a nuestro acompa�ante sincero y noble castellano de La Alberca, le estrechamos nuestra mano con efusi�n y nuestro m�s profundo agradecimiento por la ayuda prestada; pues no dudamos que de no ser por su colaboraci�n, hubi�semos salido de este lugar con un mar de dudas, e incluso -como �l apunt�-, sin conocer donde nac�a nuestro r�o Guare�a.

Sin desmayo por la hora que era, salimos del pueblo dirigi�ndonos de nuevo hasta Ca�izal y continuar conociendo el valle del Guare�a, desde Vallesa para abajo, intentando seguir corriente abajo, tan cerca de la orilla como nos fuera posible por carretera, ya que era la �nica opci�n que ten�amos.

En el mismo lugar en que hab�amos dejado horas antes al pe�n caminero (tal vez eligiera esta zona de trabajo para protegerse del calor ardiente que amortiguaba el arbolado que hab�a en las inmediaciones del arroyo �los perales� -afluente del Guare�a-), se encontraba este mismo se�or limpiando el paso de un puente de la carretera comarcal 605. Paramos para demostrarle nuestro reconocimiento a la informaci�n que nos hab�a dado, al tiempo que aprovechamos de su generosidad para que nos informara de algo referente a esa poblaci�n, que tambi�n pertenece al valle del Guare�a. Situada en la falda de un cerro de poca elevaci�n, con dos arroyos cuyo curso no es constante, pero que contribuyen a la fertilidad de las principales actividades agr�colas. �Esta poblaci�n -nos dice- tiene poca historia, que yo sepa, tendr� en la actualidad unos 630 a 640 habitantes, posee una iglesia y una Ermita. Ca�izal a primeros del siglo XIX fue mucho m�s que lo que es hoy, cuando la cruzada de los franceses, ten�a cerca de los 2.000 habitantes y en esta guerra napole�nica aqu� tuvieron su asentamiento como cuartel general sus tropas.

 Posiblemente por estar muy cerca de la estaci�n de la Carolina, m�s adelante sigui� con un censo bastante elevado -con relaci�n a hoy- pero justamente es posible que, tal vez, fuera la �poca m�s resplandeciente de esta poblaci�n cuando la revoluci�n francesa. Sin duda en la localidad debieron residir personalidades de alta nobleza, ya que existen casonas blasonadas y mucha parte de los campos fueron legados a herederos de la misma poblaci�n�.

Poco m�s hablamos para la despedida de �ste pe�n caminero, pero su comportamiento fue de todo un caballero, puesto que entendemos que nos inform� de cuanto sab�a o recordaba en aquellos momentos.

Ya est�bamos en la provincia de Zamora, seguimos nuestro itinerario dirigi�ndonos a Vallesa de la Guare�a, primera poblaci�n que hoy en la actualidad es ba�ada por las aguas de este r�o, en esta provincia, y que yo vagamente recordaba por haber trabajado de rapaz en la siega de la cosecha de un se�or llamado Cesar Losa. Hac�a exactamente 49 a�os. Esta poblaci�n se cita en el censo del 1.920 con 756 habitantes, a dos kil�metros de la Carolina, en la v�a f�rrea de Medina del Campo a Salamanca. Su poblaci�n estaba situada en una falda del Guare�a y su cabecera del ayuntamiento estaba en la villa de Olmo de la Guare�a �en la actualidad esto est� a la inversa-.

 Paramos en el puente de la carretera comarcal que cruza el pueblo y el r�o para comprobar si entre la maleza de espada�as, carrizos y juncos se ve�a correr agua. Aqu� ya vimos que algo de este liquido corr�a mansamente por el cauce abajo entre la alameda de arbolado de chopos. Desde all�, observamos que a la entrada del pueblo estaba un se�or sentado a la sombra de una vivienda y hasta �l nos dirigimos.

Paramos el coche y saludamos a este hombre y para entablar conversaci�n con el, le preguntamos por una era empedrada de canto donde se trillaban las mieses de trigo, cebada, avena, centeno, garbanzos, avesas, etc. que se situaba totalmente de frente a donde nos encontr�bamos. Yo recordaba que esas mieses hab�an servido de cama y cobijo varias noches, a mi descanso y al de mis compa�eros, entre los que se encontraba ese hist�rico Emiliano Feo Seco. Yo me dirig� a �l y le pregunt�: ��Esta era no pertenec�a a Cesar Losa?�. Y �l me contest�: �pertenec�a y pertenece, lo que pasa que este se�or hoy vive en la ciudad de Toro, con una hija. �Qu� es que conocen ustedes a don Cesar Losa?�.

 Yo le cont� la historia del verano que segu� para �l. Entonces me aclar� que deb�amos haber sido compa�eros de trabajo, porque seg�n �l, toda la vida hasta que se jubil�, hab�a estado de criado para ese se�or. En este tema nos enrollamos y se nos pas� el tiempo con esa historia, que no viene al caso rese�ar aqu�. Cambiamos el sentido de la conversaci�n al tema que nos ocupaba y nos indic� que pod�amos seguir hasta Olmo por carretera y desde all� seguir por un camino de aparcelamiento hasta Castrillo de la Guare�a, justamente por la misma ribera del r�o. Nos despedimos, quedando enormemente agradecidos de ese encuentro con un compa�ero de trabajo, aunque fuera de un solo verano en el 1.947.

Continuamos a Olmo de la Guare�a por la ribera del r�o, parando para contemplar el escaso caudal de agua que dejaban marchar los motores de riego. Al entrar en el pueblo nos dirigimos a la situaci�n m�s c�ntrica, como ya hemos dicho, que suele ser la iglesia y m�xime en este caso que sab�amos que su construcci�n era del siglo XII, al lado de este monumento, preguntamos a unas se�oras un poco por la historia del pueblo y sus alrededores, pero coincidi� que �stas no eran nativas de Olmo, descend�an del Pa�s Vasco, siendo hijas y esposas de emigrante de este lugar. Llamaron a un se�or no muy mayor, llamado Pepe, para que �l nos explicara lo que les preguntemos, puesto que era nativo del pueblo y adem�s dec�an que sab�a bastante al respecto -y as� resulto-.

El se�or llamado Pepe nos explic� que en el t�rmino de este peque�o pueblo, el cual no tiene ayuntamiento propio y que pertenece a Vallesa (aqu� lo inverso comentado anteriormente) hay mucha historia, y desde una de las dos calles que tiene el pueblo, nos indica que echemos un vistazo a los campos que nos rodean. Indic�ndonos con la mano nos dice: �ah� se juntan dos r�os, el Guare�a y el Toriego (creo que dijo), �ste es afluente del anterior y son los que forman la colina donde estamos situados con la ribera de chopos, �lamos, negrillos semisecos y alg�n Olmo que a�n queda, para simbolizar el nombre del pueblo. Esta vaguada es la que bordea los l�mites interiores de lo que fueron los lagos terciarios que forman el actual valle del r�o Duero.

 �Se nos vino a la memoria esos 60 a 65 millones de a�os donde las aguas posibles de una deglaciaci�n, debi� dejar aquel clima h�medo, tropical y c�lido en este valle del Guare�a a el Duero�. Todas las tierras -como pod�is comprobar- son extracto de arcilla lo cual ha contribuido a que los edificios sean construidos con ladrillo, tapial o adobe. La iglesia parroquial, como pod�is ver, est� construida de ladrillo tipo mud�jar y es de la �poca renacentista, all� por el siglo XII, dedicada a la virgen de la paz, aunque hoy la advocaci�n sea de San Andr�s ap�stol y la referencia m�s antigua que se conoce del pueblo es del a�o 1.116, cuando do�a Urraca, reina de Galicia, hizo donaci�n a la villa de B�veda de Toro de la orden Hospitalaria de San Juan de Jerusal�n. Pod�amos extendernos m�s pero es mala hora -nos dijo-�.

Nosotros ya s�lo nos interesamos por preguntarle por nuestro itinerario, indicado por el compa�ero de Vallesa, y datos del diccionario de Madoz, el cual no nos coincid�a con el mapa actual. Preguntamos: ��si seguimos por este camino parcelario encontraremos Algodre?�, el se�or Pepe nos contesta que no; �ah� lo que tienen ustedes bien es el mapa de carreteras. Algodre debi� de llamarse anteriormente lo que hoy es Torrecilla de la Orden, que hoy est� dentro de la provincia de Valladolid, la cual pertenece al valle del Guare�a, ya que este r�o, ah� adelante como marca el mapa, entra en dicha provincia y un peque�o arroyo viene desde esta poblaci�n al r�o Guare�a aunque no existe caudal de agua, m�s bien es tipo ca�ada que trae agua cuando llueve�. �Perdone tanta molestia, pero �desde aqu� podr�amos pasar por Torrecilla?�, le preguntamos. �Para ir hasta Torrecilla tienen que salir a la carretera nacional 620 Valladolid-Salamanca, y yo creo no les merece la pena, porque tal poblaci�n tiene poco que ver, tendr� alrededor de 350 habitantes, una ermita -que no es ni iglesia y por ello le viene el t�ponimo de Torrecilla- llamada de la virgen del Carmen. �Seg�n van lo primero que encontraran ser� Castrillo de la Guare�a, que ustedes hacen constar como Castrillo de la Vid, pero hoy es como est� marcado en el mapa. Antes, a unos 2 kil�metros encontraran un caser�o, que es una dehesa de ganado bravo, que es lo que dicen ustedes ser Algodre�. Intervino mi hermano: ��No ser� la finca de los chulas?� .El Sr. Pepe contest�: �Exactamente esa es�. Nos despedimos del se�or Pepe expres�ndole nuestro enorme agradecimiento y continuamos por el camino colorado del terreno arcilloso con la amplia vaguada en cuyo extenso terreno se ven buenos pastos.

Al llegar a la ganader�a de los chulas, mi hermano me confirm� que s� era la finca de ganado bravo y que en otros tiempos se le pudo atribuir o llamar con otro nombre, �pero hoy -me dijo- de esta finca llevan toros para la fiesta de nuestro pueblo y yo he venido en alguna ocasi�n a escoger el ganado�.

Seg�n el Diccionario de Madoz, despu�s de pasar Algodre hab�a otro pueblo o aldea llamado Ordo�o. Desde el coche vimos una caser�a en la otra parte del Guare�a pegado a su ribera, dentro de la provincia de Valladolid. Era muy tarde y no hab�amos comido, por lo que no intentamos ni entrar. Pero en aquel momento sal�a un cami�n de la finca cargado con alpacas de alfalfa, lo mandamos parar y le preguntamos que si aquella aldea se llamaba Ordo�o, el conductor nos contest� que no, que era un caser�o llamado �casa Cano� y que no sab�a m�s de aquel lugar.

Como en otras ocasiones pedimos disculpas, dimos las gracias y continuamos, cruzamos la carretera nacional 620 Valladolid-Salamanca, entrando en el pueblo de Castrillo de la Guare�a. Eran las tres de la tarde del mes de Julio, a estas horas en Castilla el sol no alumbra, sino que arde ya que la luz es una brasa que quema. La gente estaba en la siesta o resguardada del calor en sus viviendas, a nadie ve�amos en el pueblo -para que nos contara algo de esta localidad- estaba desierto. Ante esta circunstancia est�bamos decidiendo abandonar el lugar con direcci�n a Fuentelape�a, cuando de repente divisamos una mozuela, tipo raza gitana, que entraba en una casa de al lado de esta calle, que era la carretera que se dirig�a a la poblaci�n antes citada. Paramos el coche, hicimos o�do y sentimos que dentro de la vivienda se o�a hablar. Gritamos unas ��buenas tardes!� y apareci� una se�ora de una edad mediana. Preguntamos, con astucia, si �bamos bien para Fuentelape�a, y si pod�amos ir por la vera del Guare�a hasta Vadillo -siempre con el mapa en la mano-. Nos contestaron que s�, que �bamos bien a Fuentelape�a, y que desde all� deb�amos ir a Vadillo, puesto que el camino de la vera del r�o estaba muy malo a causa del agua de los riegos y las roderas de tractores. Preguntamos por algunos datos hist�ricos que pudiera tener el pueblo, pero o bien no sab�an, o no nos quisieron explicar nada.

 Algo nos comentaron sobre que el antiguo pueblo llamado Castrillo de la Vid hab�a estado ubicado al otro lado del r�o, en el t�rmino de hoy la provincia de Valladolid, y que desapareci� sin saber por qu�, si por crecidas del r�o, pestes o arrasado por las guerras, y se construy� el Castrillo actual, �puesto que aqu� -nos dijeron- hubo un castillo muy importante de la �poca medieval donde tuvieron su aposento los marqueses de Castrillo, que hoy ya no existe y que era de donde derivaba el nombre del pueblo�. Muy cerca de esa vivienda pasaba un arroyuelo, preguntamos y nos dijeron que daba sus aguas al Guare�a y se llamaba Villa Corta. El pueblo no ten�a iglesia, s�lo ten�a una peque�a ermita. Muy agradecidos por esta corta informaci�n, nos despedimos de estas personas con la m�xima cortes�a, disculp�ndonos por haberles molestado en hora tan desapropiada.

Continuamos a Fuentelape�a llegando a esta poblaci�n sedientos y con ganas de comer algo. Mi hermano, que padece diabetes hab�a comido algo, porque �l como prevenido llevaba su alimento. En el primer establecimiento de hosteler�a que vimos (Bar Javi) paramos y entramos, pedimos una consumici�n y algo de comer. Mi hermano no quiso comer nada, por lo del r�gimen. Hasta que me sirvieron la comida entablamos conversaci�n con dos se�ores que se encontraban tomando un caf� en el establecimiento y para seguir cumpliendo nuestro objetivo preguntamos algo del entorno hist�rico del pueblo. Uno de estos se�ores nos contesto: �Pues si vosotros conoc�is el pueblo, porque sois de Villabuena e hijos del se�or �Pilo� -apodo de nuestro padre ya fallecido-, yo os conozco porque trabajaba en la f�brica de harinas de Matallanas y ven�ais con vuestro padre a moler trigo�.

 All� un recuerdo lejano nos hizo recordar la cara de este hombre. Aclarado este tema seguimos con el que nos ocupaba, nos dicen que aunque el r�o Guare�a no pasaba por el t�rmino municipal, Fuentelape�a pertenece al valle, porque las aguas de los dos arroyos del t�rmino el Sarria y el Batan van a desembocar en el Guare�a y hasta las aguas sobrantes de las tres fuentes p�blicas, San Sebasti�n, San Pedro y La Tapia -que de esta �ltima parece deriva el nombre del pueblo- daban sus aguas al r�o. Sobre la poblaci�n nos coment� que hab�a descendientes de alta nobleza, como Ildefonso Gonz�lez de Paz, que fund� dos capellan�as, Antonio Samaniego y los Moyanos, que el ministro don Claudio Moyano -aunque descend�a de B�veda y muri� en Madrid, sus restos est�n en la iglesia de Santa Mar�a de los Caballeros- ya que de all� era su madre. Esta iglesia tiene su torre de ladrillo, sencilla pero de buen gusto. �Ya la conoc�is �no?�(nos comentaron), despu�s hay otra ermita del sant�simo Cristo de Extramuros, fundada en el a�o 1.756. �El terreno es bastante bueno, porque adem�s de los dos arroyos hay otro arroyuelo de menor caudal que tambi�n favorece la agricultura. Y de aqu� era el popular F�lix Rodr�guez, estoqueador de toros�. Cuando estos dos se�ores marcharon nos despedimos muy cort�smente.

Terminamos de comer y seguidamente nos dirigimos a Vadillo, paramos tal mente a la orilla del r�o Guare�a, para ver el puente de piedra, que seg�n Madoz es el mejor puente que tiene este r�o. Si parece cierto que su arquitectura como monumento p�blico y antig�edad as� lo defin�an, apreci�ndose dos clases de construcci�n, en el centro estaban los arcos u ojos de porci�n de circulo de media punta, mientras en los extremos los arcos eran de carpanel de construcci�n m�s moderna. Los primeros citados pueden ser de construcci�n �rabe-mud�jar. Este fue el punto del r�o m�s limpio y cuidado que vimos en todo su recorrido, escaso caudal de agua pero limpio y arreglado. El terreno que vimos del pueblo, parece de mediana calidad, �rido y sinuoso, excepto una parte de lo que hoy se llama granja de Vadillo, que en la �ltima divisi�n territorial pas� para esta localidad. Hasta estas fecha pertenec�a al pueblo de Guarrate, con el nombre de Terren y anteriormente siempre se llam� -como poblaci�n- La Guare�a, perteneciendo al monasterio de San Rom�n de la Hornija, hasta el a�o 1.454, despu�s pas� a ser propiedad de Rodrigo de Ulloa, vecino de Toro, m�s tarde ser�a propiedad de Francisco Nieto ya despoblado y convertido en granja y aqu� perdi� su primitivo nombre que hab�a tomado del r�o que riega sus tierras. Ten�a una ermita dedicada a la Concepci�n de Nuestra Se�ora y que el cura de Guarrate incumb�a la administraci�n de los santos sacramentos. Sobre el a�o 1.908 la compr� Victorino Angoso que la convirti� en granja y ganader�a de Toros. En el a�o 1.932 Ces�reo Angoso vendi� su parte a la viuda de Molero y al fallecimiento de �sta, en 1.952, pas� a los actuales propietarios, los hermanos Molero, siguiendo con la ganader�a de toros bravos.

Para intentar que nos explicaran e informaran m�s sobre la historia de Vadillo -el derivado de un fondo firme del r�o, por donde hab�a un vado de servidumbre que enlazaba por su parte derecha con una aldea llamada San Juan de Vadillo, hoy despoblada (a este lugar le llaman �el torrej�n) y con Alaejos, y por su parte izquierda con Fuentelape�a y Fuentesa�co- parece que el nombre del pueblo viene del derivado del vado. Entramos a tomar un caf� en el bar que estaba al lado del mismo puente. La se�orita, camarera, que nos atendi� no sab�a nada, esta se dirigi� a un mozalbete que estaba all� por si �l nos pod�a indicar algo. Nos dijo que �l no sab�a, pero que esper�ramos un poco por si se acercaba por all� un muchacho de Madrid, que se encontraba veraneando en este lugar y que sab�a mucho de la historia del puente, de la iglesia de San Miguel y de la ermita del Cristo de Veracruz. Esperamos un tiempo prudencial, al ver que el chico de Madrid no llegaba, decidimos seguir recorriendo el valle de nuestro r�o que nos ayudar�a a encontrar los or�genes de nuestro pueblo.

Nos dirigimos a Fuentesa�co, donde actualmente est� asentado el Centro de Salud �Valle del Guare�a�. Paramos en la entrada de la poblaci�n al lado de una gasolinera, vimos un se�or que sal�a de un bar pr�ximo y lo abordamos para preguntarle por algo de lo hist�rico de la ciudad. Nos contesto: �Me gustar�a contarles muchas cosas de las que s�, pero tengo mucha prisa�. A pesar de ello, antes de marchar algo nos cont�. Seg�n algunos escritos, este pueblo all� por cuando el Rey Alfonso VII encomienda a su t�o, el Papa Calixto II, la repoblaci�n de esta zona del valle del Duero, �ste a su vez delega en el Obispo de origen franc�s don Bernardo, para tal acci�n en la zona de esta villa, que se llamaba Ciudad de Nova Redonda, tal operaci�n se llev� a cabo entre los a�os 1.127 y 1.130. Pero m�s tarde los gallegos que ven�an a la siega con sus sombrillas y sus guada�as, ya que esta poblaci�n era un paso casi obligado para ir a la zona del campo charro, paraban en una fuente que hab�a en este lugar de muy buen agua, cercada por arbolado de sa�cos que hac�an a�n m�s fresca la bebida y el aposento. Estos gallegos comenzaron a llamarla Fuente del Sa�co, adaptando este nombre oficialmente en el a�o 1.745. Y tambi�n qued� patente por aquel refr�n que dec�a: �viene el gallego a la siega para cien reales ganar�.

El terreno es bastante bueno, en especial las vegas del lado del r�o Valdecadrones que es afluente del Guare�a, donde se cr�an los famosos garbanzos de adagio breve: �El buen garbanzo y el buen ladr�n de Fuentesa�co son�. Pero tambi�n hay terreno �rido, como el cerro de las cumbres que es el punto m�s alto del t�rmino municipal, siendo donde nace el r�o. Hay otro punto bastante hist�rico en el t�rmino, que se llama Carrelines, es rico en yacimientos caetanos de teolog�a romana -despu�s hemos comprobado que esto no es seguro-.

�No olvidaros de visitar la iglesia de San Juan y all� cerca hay en una fachada de una casa blasonada que tiene la figura esculpida de San Isidro el labrador con su yunta arando. Os gustara. Siento no poderos acompa�ar, pero si quer�is saber m�s, venir un viernes por la ma�ana y visitar el club de amigos de Fuentesa�co�.

Aunque estas zonas m�s pr�ximas a nuestro pueblo ya las conoc�amos bastante bien, hicimos una visita r�pida por la parte de la ciudad que el se�or nos hab�a indicado, contemplamos la arquitectura de la iglesia de San Juan, con su torre inclinada, y buscamos la fachada de la figura de San Isidro el labrador. Mi hermano buscaba con el m�ximo af�n, tal vez, el arado deudor de su camino (y tambi�n del m�o), como si se viera obligado a encontrar la imagen de la simple y honrada vida del labrador, demostrando su fondo humano sintiendo el vac�o como si al no encontrarlo hubi�semos sido enga�ados por nuestra propia estirpe. Pero �l, tratando de borrar tal vez su sentimiento de culpa al no hallarlo, que pudiera da�ar a sus fatigas, lo descubri� cuando ya intent�bamos marchar; me dijo: ��mira donde est�!�. Exactamente, estaba en la fachada de una casa antigua, construida en parte con ladrillo y en parte con piedra de siller�a, y all� estaba esculpida la figura del labrador, la cual contemplamos con la devoci�n propia de ambos hacia el s�mbolo.

Pens�bamos haber acabado nuestro proyecto de direcci�n al sur, pero echando una ojeada al mapa, apuntes y planos, recordamos que Villaescusa figuraba dentro del itinerario del valle del Guare�a, y nos encaminamos hacia este pueblo que casi hace l�mite con tres provincias (como ocurre con Ca�izal), Valladolid, Salamanca y Zamora, pero pertenece a esta �ltima.

Iba cayendo el t�rrido sol al ir marchando el d�a, aunque era media tarde, cuando entramos en el pueblo cruzando el puente sobre el arroyo el churro, despu�s nos dir�an que exist�a otro arroyuelo que se llamaba el bat�n, el que tambi�n pasaba por Fuentelape�a. Como en los otros pueblos visitados, nos dirigimos hacia la torre de la iglesia parroquial para situarnos en el centro de la poblaci�n, pero a nadie ve�amos para preguntar sobre las viejas y nuevas historias del lugar. Vimos venir por una calle bastante larga a un se�or con una gorra visera, paramos el coche y mi hermano me dijo que a ese se�or le preguntaba �l, que seg�n afirm� Flori�n �se parec�a a los suyos�. Le saludamos y mi hermano empez� pregunt�ndole que s� el pueblo se llamaba Villaescusa -para entrar en conversaci�n-, como es l�gico le contest� que s�, pero mira por donde, este buen se�or se meti� de lleno en nuestro tema. Diciendo: �Hoy se llama as�, pero cuando la reconquista de Castilla por Fernando I de Antequera, en el a�o 1.410 esta poblaci�n se llamaba, Bello Campo del Comendador, pero a�os m�s tarde, tal vez siglos, aqu� se asentaron muchos extranjeros protestantes de Zuinglio (Suiza), ya que era el primer centro europeo de esta doctrina y sembraron c�tedra en esta localidad. Viendo �sto la Iglesia cat�lica dominante en Espa�a all� por el a�o 1.798, cambio el nombre al pueblo como excusa y pretexto a favor de su religi�n. Hoy existen y se conservan en el pueblo una iglesia y un cementerio de protestantes que son propiedad de los suizos, que lo compraron en el a�o 1.874, y hasta hace pocos a�os se nos miraba bastante mal a los habitantes de Villaescusa -segu�a diciendo-. Cuando yo hice la mili en Valladolid, muchos no quer�an roces conmigo, porque era protestante. Hoy nadie se preocupa de tal cosa�.

Mi hermano sigui� comentando con este se�or sobre un club de jubilados que exist�a frente donde est�bamos parados y parece que este hombre se dirig�a a pasar el rato en tal centro. Le cont� toda la historia de la fundaci�n del centro ya que �l hab�a sido miembro de la directiva. Dijo que la entidad bancaria que m�s hab�a colaborado era Caja Espa�a. Mi hermano le insin�o que habr�a muchos habitantes en el pueblo, por la afluencia de p�blico que se ve�a en el club de jubilados; �l contest� que el pueblo fue mucho m�s que lo que era. �Ahora tiene el pueblo alrededor de los 400 habitantes y les dir� que en el censo de primeros de este siglo, ten�a cerca del doble�. Todo esto le interesaba a Flori�n porque pr�ximamente iba a realizarse la apertura del hogar del jubilado en nuestro pueblo.

Nos despedimos del se�or de la visera apreci�ndole su gran ayuda, puesto que de esta poblaci�n sab�amos muy poco, al contrario de �l, que parec�a conocer nuestro pueblo y a varios de sus habitantes. Echamos un vistazo a la iglesia y al cementerio de los protestantes, que la primera estaba en la calle larga, y a la salida del pueblo el centro de cad�veres.

Con direcci�n de retorno a nuestro pueblo, llegamos a la poblaci�n de Guarrate, asentada en un alto rodeado por un arroyo y el r�o Valdecadrones, aqu� tuvo sus latifundios el marqu�s de Alca�ices, con su palacio. Existiendo en aquellas �pocas muchos montes encinales que por la vaguada del r�o se un�an con el t�rmino de la granja la Guare�a, con pastos para ganado vacuno y que hoy, convertido en prado comunal -parte del valle- todav�a conserva estos animales.

El pueblo posee una iglesia parroquial, Nuestra Se�ora de la Asunci�n, matriz de la granja la Guare�a, que como hemos hecho referencia pas� al t�rmino de Vadillo. A esta localidad la cruza la carretera comarcal 519, antes calzada de Toro a Salamanca. Su terreno produce trigo, cebada y legumbres de calidad como son los garbanzos de la zona del r�o Valdecadrones, con denominaci�n de origen, donde se conserva el edificio de un molino harinero de la propiedad del marqu�s de Alca�ices. (Este punto que citamos, no lo hemos hecho constar, pero en todos los pueblos del valle del Guare�a, ha existido alg�n molino harinero en la ribera del r�o). Antes de ser propiedad del marqu�s de Alca�ices, esta alquer�a debi� pertenecer a un apellido famoso -Guarrate-, hoy traducido a Guti�rrez, y antes alg�n cronista dijo que se denominaba Castillo de Pelayo Guimarat, de aqu� debe derivar el nombre actual del pueblo.

Mi hermano, me sugiere que le gustar�a visitar a un �ntimo amigo de su infancia, que al contraer matrimonio con una nativa del lugar, reside en esta poblaci�n de hoy 391 habitantes. Hicimos la visita a Antonio Amigo -apellido c�lebre en Villabuena-, y escuch� cuidadosamente cosas de sustancia que nos han sido v�lidas para el objeto de nuestro estudio hacia nuestro pueblo, detallando referencias nost�lgicas de su tierra nativa. Recuerdo perfectamente las palabras de despedida entre ambos: �hemos vivido poco y nos hemos cansado mucho�.

La luz del sol se iba agachando con ese reflejo que d�a a d�a se va y nos deja, as� dejamos nosotros este pueblo para dirigirnos hacia el nuestro. Al llegar a La B�veda de Toro recordamos la visita que en la ma�ana hab�amos hecho en el ayuntamiento, solicitando un libro de la historia de esta localidad, escrito por Jos� M. de Vicente y publicado por el excelent�simo ayuntamiento de esta poblaci�n, el cual me hab�a recomendado, el gran escritor de historia Don Jos� Navarro Taleg�n, residente en la ciudad de Toro, por si nos era factible encontrar lo que busc�bamos sin noticias escritas -seg�n �l-, sobre el actual fundamento del pueblo de Villabuena del puente. Buscamos este libro en diversas librer�as de las ciudades de Toro y Zamora sin resultado positivo, en la casa de cultura y departamento de archivos hist�ricos de la capital, nos hab�an aconsejado que lo solicit�ramos en el ayuntamiento de B�veda. Este fue el motivo de la visita que hab�amos realizado en la ma�ana en el ayuntamiento, en el cual nos comentaron que se hab�an agotado todos los ejemplares, y que tal vez el ex-alcalde (Tint�n) pod�a tener alguno, el cu�l nos lo pod�a ceder o vender. Asegur�ndonos que a tales horas este se�or estar�a en el campo desempe�ando sus tareas de labranza, por lo que mi hermano y yo acordamos parar al retorno de este viaje.

Y, aqu� estamos, en la poblaci�n del Valle del Guare�a de m�s historia escrita dentro de los poblamientos, aldeas, villas, alquer�as, etc., que fueron surgiendo en el valle despu�s de la prehistoria en la edad media. De entre todos estos poblamientos, do�a Urraca, hija de Alfonso VI, esposa de Raimudo de Borgo�a y reina de Galicia en el a�o 1.116 (como nos dijo Pepe en Olmo), don� a B�veda el t�tulo -estilo legado- en la orden militar hospitalaria de San Juan de Jerusal�n ubicada en esta poblaci�n como cabeza de las nueve villas de Val de Garuenna, lo que no quiere decir que esta zona del sur del Duero -valle del Guare�a- perteneciera en esas fechas al reino de Galicia. Lo que pas�, es que a la muerte de su padre Alfonso VI, en el a�o 1.109, esta hija hered� los reinos de Castilla y Le�n, y esta zona en concreto, pertenec�a al reino de Le�n, la cual fue cedida por su t�a do�a Elvira a su muerte. Lo que nada pod�a extra�ar, es que este territorio en tales fechas llegara a ser portugu�s, debido al tenso mandato del matrimonio de do�a Urraca con su segundo esposo Alfonso I el batallador, los cuales llegaron a ceder terrenos de estos lugares a su hermana bastarda, Teresa, en el condado Portugalense, aunque a su muerte a los 49 a�os de edad (hab�a naci� en 1.077 y muri� el d�a 8 de Marzo de 1.126, siendo enterrada en el pante�n familiar de Le�n), ya hab�a recuperado los terrenos cedidos y las nueve villas fueron las siguientes: Vallesa, El Olmo (como nos recordara Pepe), Ordeno, Castiello, Vadiello, Cannical, Villa Excusa, Fuete de la Pe�a y la propia B�veda, que ejerci� esta fortaleza y templanza, hasta el que se dice nefasto mandato del Rey Fernando VII, que al aprobar la constituci�n de las cortes de Cadiz de 1.812. En el a�o 1.820 pierde dicha pertenec�a B�veda y su orden religiosa de San Juan de Jerusal�n.

Por ello no es de extra�ar que en la historia de B�veda haya or�genes de linajes ascendentes o descendentes de familias que han dejado casas solariegas y blasonadas con sus escudos de armas, por su caballerosidad, como las familias Samaniego y Moyano que se tiene noci�n que tomaron parte en la conquista de Baeza para el reino de Castilla en el a�o 1.224, a las ordenes del Rey Fernando III el santo, precisamente nacido por estos lares. Otros apellidos ilustres existieron en esta localidad: Bailo, Viana, C�rdenas, (que fue comendador de la ciudad de Bamba, all� por el a�o 1.640, villa important�sima que lleg� a ser residencia de reyes Godos, de lo cual le viene el nombre), Fride, Vilez, Mirabal, que �ste compr� el monte y caser�o de hoy el pueblo del Pego con dinero en ducados de vell�n en el a�o 1.780. Con lo cu�l este paraje pas� a ser propiedad del t�rmino de B�veda, hasta que se repobl� con cuatro familias de Benafarces (poblaci�n del norte del Duero, situada cerca de la ciudad de Toro). Y de resaltar es, que cuando do�a Urraca don� estas villas a la orden hospitalaria, cedi� el poder de gesti�n al conde Pu�orrostro, que frecuent� la localidad de B�veda.

B�veda de Toro, tiene terreno de buena calidad en su mayor�a, ba�ado en una parte por el arroyo el juncal y por otra por el r�o Guare�a, donde existi� un important�simo molino harinero de don Claudio Moyano.

Despu�s de hacer esta reflexi�n, alguien nos indic� donde habitaba el ex-alcalde, nos dirigimos a su domicilio. En el camino, mi hermano Flori�n record� que este se�or era muy amigo de nuestro hermano, tambi�n ex-alcalde de nuestro pueblo, pero hoy 19 de mayo de 1.997 yacen sus restos, un d�a sepultados, en el cementerio local de Villabuena del Puente. Al recordar esta p�rdida tan reciente y entra�able, mis manos me tiemblan y mis ojos se enturbian con l�grimas, pero debo seguir con la vida, para cumplir mi objetivo, ya que por entonces, cuando recog�amos estos datos, nuestro hermano viv�a y amaba su tierra. Yo tambi�n record� que una hermana nuestra hab�a vivido cerca de este se�or, ya que residi� en este pueblo al contraer matrimonio con un nativo de este lugar, llamado Emiliano Ramos, hoy ambos residen en Villabuena. Paramos y llamamos en la casa del ex-mandatario, nos recibi� un se�or mayor; nos dijo que su yerno no se encontraba en el domicilio en aquellos momentos, pero que estaba su hija que era la esposa de Tint�n. La llam� y nos la present� y le explicamos nuestro tema, nos dio la impresi�n de no prestar la m�nima importancia. Entonces le explicamos quienes �ramos y r�pidamente apareci� el libro de historia de B�veda y sin contar con la autorizaci�n de su esposo, nos lo dej� para que lo estudi�ramos con toda la tranquilidad y sin la m�nima prisa para devolverlo.

Le hemos quedado gratamente agradecidos por esta generosa aportaci�n, de la cual hemos obtenido datos tan valiosos, como que en las fechas en que las villas del valle del Guare�a pertenec�an como cabeza a la orden hospitalaria de B�veda (como ya hemos anticipado), nuestro pueblo no figuraba entre ellas, a pesar de la cercan�a de ambas localidades, ni se hace menci�n al lugar de Villabuena hasta el a�o 1.500 aproximadamente, lo cu�l nos ha forzado a�n m�s, a buscar datos de esa laguna de tantos siglos desde que se encontraron restos del asiento de seres humanos en la tumba campaniforme, de 2.400 a 2.200 a�os antes de Cristo, en las inmediaciones de el lugar donde se encuentra ubicada hoy Villabuena del Puente. Lo que nos ha hecho m�s dura nuestra peregrinaci�n hist�rica, buscando las ra�ces en estas familias ilustres que debieron influir en el desarrollo hist�rico del lugar, donde hemos encontrado grandes obst�culos para averiguar el verdadero nombre de Villabuena. Dando como posible varios cambios, por lo menos, en la era de la reconquista y que tal vez sea certero, que hasta despu�s del siglo XIV no se le diera el verdadero nombre a este lugar de Villabuena, aunque villa de origen romano y godo, ya lo fuera, como casi todas las zona agr�colas pobladas. Aunque �sta m�s parec�a majada de pastoreo, y se le denegara el t�tulo de Villa.

Antes de nada, debemos decir que los conocimientos y costumbres de la vida de nuestro pueblo con su desarrollo, nos lo conocemos a la perfecci�n desde nuestra existencia en el mundo, m�s los conocimientos que se nos han trasmitido de boca a boca por nuestros antepasados y ciertos datos de personas actuales con escritos desde algunas �pocas a esta parte. Pero tal vez, como hacemos constar al comienzo, por falta de tiempo y medios nunca hab�amos podido cotejar geogr�ficamente viviendas, aposentos, hidrograf�a, monta�as, la sinuosidad del terreno del valle, as� como conversar del mismo tema con otros habitantes de estas zonas, confrontando tradiciones de luchas contra las injusticias de los usos y costumbres de la humanidad dentro del imponente testimonio del poder de los se�ores feudales en este valle; compuesto en su mayor�a por campesinos y trabajadores sin tierras, gobernados, oprimidos y explotados por se�ores, ordenes hospitalarias y la Iglesia potente, en su mayor parte establecidos en la ciudad que siempre tuvo un papel preponderante de personas influyentes con sus masas cat�licas en Toro, sitio fuertemente de sabor feudal.

El d�a despu�s, hoy, era el d�a llamemos de reflexi�n, de realizar un an�lisis de lo visto, observado y constatado para poder sacar conclusiones de este fondo del valle de r�os guarnecidos por monta�as con sus salientes rocosos donde se dice que encontraron aposento las primeras tribus humanas y que desde aqu� partir�a nuestra hip�tesis para cubrir ese vac�o o laguna, que ya hemos citado, de cientos de siglos sin saber nada de la existencia de nuestro pueblo. No con el fin de elaborar una teor�a, sino para que nos sirviera de gu�a en nuestras investigaciones, pero no decidimos esto en esta fecha. Yo me dediqu� a estudiar el libro hist�rico de B�veda de Toro, y mi hermano a su tarea cotidiana de cultivar la tierra, en la huerta.


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