Las Candelas de mi infancia allá por los años 50 / 60 del siglo XX.
Conmemoración de La Presentación de la Virgen Mª al Niño Jesús en el Templo de Jerusalén.
"Este día lo que más nos ilusionaba a los niños era ir a misa a ver las palomas. Dos palomas blancas con cintas en las patas. Durante la celebración religiosa soltaban las palomas dentro de la iglesia. Las palomas las llevaba un niño o una niña perteneciente a la familia que hacía la función, que llevaba la vara ese año. Las portaba en una cesta con tapa adornada con cintas y lazos de colores. La ofrenda de las palomas simbolizaban purificación y tradición, pues la Virgen María, en su humildad, ofreció dos tórtolas.
Recuerdo aquel momento mágico, en que el señor cura recogía la cesta de manos de los niños, quitaba la tapa, y las palomas salían volando juntas hacia las alturas. Aquel primer vuelo y el revuelo en los bancos infantiles era lo mejor de la misa, aunque a más de uno aquel alborozo nos costara algún sin-recreo.
A los niños se nos iba del pensamiento la atención a la Santa Misa, se nos iba volando con las palomas, siguiendo todos los movimientos de sus alas sin perderlas de vista, ahora en dirección a las ventanas. Una vez tenían claro que por allí no podían salir, nos deleitaban con vuelos cruzados por los altos de la iglesia, buscando sin duda algún resquicio por donde pasar revoloteando entre las columnas, las bóvedas, las cornisas y los altares, metiéndose en cualquier hueco que pillaban. Sabías que estaban dentro del recoveco porque las cintas que llevaban atadas a las patas quedaban a la vista.
Terminada la misa, las palomas y la cesta de las palomas, se quedaban en la iglesia. La cesta abierta en el suelo del Altar Mayor. Y nosotros nos quedábamos con la intriga de cómo podían coger las palomas y devolverlas a la cesta, fue algo que nunca conseguimos saber, pero que, al día siguiente, las palomas ya no estaban en la iglesia".
-fragmentos de Crónicas a la Luz del Candil
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