sábado, 5 de diciembre de 2020

Las buenas costumbres

 



La mayor parte de la historia de nuestros pueblos se basa en sus costumbres y tradiciones. Parece increíble que pueblos tan cercanos geográficamente, sean tan distantes en la forma de afrontar el día a día, y sin embargo, eso es lo que le da a cada villa su sello de identidad. En los tiempos que vivimos, agobiados por eso que muchos se han empeñado en llamar crisis, la vida de nuestros pueblos ha experimentado algunos cambios sustanciales, pero aún seguimos manteniendo algunas costumbres de las cuales les va a resultar muy difícil separarnos.

Es cierto que, a las zonas rurales, el progreso llega más lentamente, a veces ni se aprecia. Pero no es menos cierto que cuando vienen mal dadas, los efectos también son menos devastadores. De ahí que los sobresaltos, tanto para bien como para mal, los digiramos sin hacer demasiado ruido. Pero vamos a centrarnos en las buenas costumbres. De las malas, ya hablaremos..., cuando pase la fiesta.

Algunos de esos hábitos tienen poco recorrido en la línea del tiempo, pero cuando promueven la amistad y la relación entre gentes de distintas personalidades, ideas y condición, ¡bienvenidos sean! Por cada rincón del pueblo, es típico el olor a leña quemada que esparcen las chimeneas de las bodegas y merenderos cada víspera de fiesta mientras en los hogares fabrican el rescoldo, donde más tarde, se dorarán todo tipo de carnes, chorizos tiernos, pescados..., y todo lo que las mentes imaginativas de los comensales intuyan que se puede cocinar a la brasa.




Dicen que a la brasa todo está bueno. Doy fe de ello. Las típicas meriendas al nivel que las conocemos, donde todo sobra y nada es suficiente, poco tienen que ver con las escasas reuniones bodegueras de nuestros antepasados, donde la vianda a degustar se limitaba a un delicioso torrezno y un casco de cebolla. Eso, en el mejor de los casos. Pero era suficiente como pretexto "pa echar un trago". Afortunadamente, hemos progresado lo suficiente como para poder degustar por capricho. Nada que ver de cuando era plato único, y además, escaso. Y ese progreso también ha llegado, además de en el fondo, en las formas. Esto, que hace unos años estaba reservado para uso y disfrute de los hombres, ha experimentado un giro lógico. La presencia de mujeres de cualquier edad, en dichas reuniones, con sus posteriores tertulias, dimes y diretes, es cada vez más frecuente.

De ahí que los senderos de las bodegas, en las tarde-noches del estío, se vean frecuentados por matrimonios portando su capazo repleto de deliciosos manjares, para degustarlos al humor de la lumbre. 



No habrá acontecimiento que se escape a ser comentado, valorado e incluso solucionado, si se trata de un problema, ya sea político, financiero, o de cualquier otra índole. Las meriendas dan mucho de sí y, para organizarlas, cualquier excusa es buena: un cumpleaños, una despedida, una jubilación, porque es viernes... Siempre hay algo que celebrar cuando se está a gusto con la gente. Allí entre todos recordaremos viejos tiempos, hazañas... Se contarán verdades, alguna mentirijilla... Se cantará, reirá, beberá... En definitiva, seguiremos disfrutando de algo que no debemos perder. Las buenas costumbres.

............ Texto firmado con las iniciales, L.M.G.G.

Copia literal del programa de fiestas 2014.
Las imágenes copiadas de las entrañables fotos de Eme Manso.      

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