domingo, 24 de enero de 2021

A 24 de marzo de 2020.

- a la memoria del tiempo -


¿Qué puedo contar que no sepamos ya sobre el efecto que ha producido en la totalidad del planeta? Y no, aún no podemos hablar de ella en tiempo pasado, estamos, todavía, atravesando por el mientrastanto de la incertidumbre y hacia la sociedad de las distancias. Durante el periodo de confinamiento se imponen normas, restricciones dirigidas a la población. En un corto espacio de tiempo, inimaginable, todo se volvió distinto. Todo se hizo nada excepto lo esencial.

Y, nos entregamos a las nuevas tecnologías, al empacho de las pantallas. Cuando todos sabemos lo que hay que hacer, qué fácil, y, las autoridades-competentes-responsables no tienen ni idea. Cuando nos indigestamos de información sin filtros. Cuando, haciendo uso del derecho a la libertad de expresión, y cuando todos disponemos de voz, luces, pantallas, micrófonos. Cuando cada quien aporta su solución particular y arregla la situación en un periquete y desde la barrera. Cuando se debate entre lo esencial, lo urgente y / o lo importante; decisión, acción, reacción, resultados. Cuando olvidamos que hay expertos en, absolutamente, todas las materias. Cuando todos tenemos la solución excepto los que nos gobiernan.


¿Volverán a la vida las palabras, como antes, como hace tan solo dos meses, cuando fluía la vida, cuando existía vida? No puedo escribir de otra cosa, creo que nadie puede, no cabe. El tiempo está parado, se ha detenido el mundo de las prisas y del sintiempo inundando nuestras vidas de tiempo disponible.

A un alto precio, a la humanidad se nos concede un deseo, se nos impone un regalo; horas, días, semanas, meses, plagados de tiempo, de tiempo disponible pero espeso, cortocircuitado por los barrotes de la incertidumbre y, a la vez, alimentando de esperanza al lento tictac de los relojes…, y trágico. Mirando una película, que no viéndola, solo se me hace notorio un reloj, este reloj de “Lo que el viento se llevó” –no malgastes el tiempo: es la sustancia de la que está hecha la vida_  No quiero, ni puedo escribir de otras cosas, todo lo demás se me hace intrascendente.


-Al vaivén de los columpios quietos-

* Llenaremos las calles nuevamente,
las terrazas, los paseos.
Bajo el árbol grande,
a escondidas, vomitaré en escopetazo,
el llanto retenido, añejo,
engrosado de ayeres,
de desconsuelo.
Retornará la música, las canciones,
los niños y sus juegos.
Las novelas, los cuentos de hadas,
las mochilas, camino del colegio,
y los chirridos metálicos
al vaivén de los columpios quietos.
Reaparecerá el aire sembrado de palabras,
de sonoros abrazos, de murmullo,
de risas rompiendo los silencios.
Llenaremos las calles nuevamente
cuando llegue mañana,

cuando llegue mañana… *
................................................................
* fragmentos y poema, extraído de mi libro _Toro, esa nave nodriza_

El destino quiso que este libro se llevara a término en plena pandemia.  

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