Seguro que vuelve a casa pensaba yo, no va a poder aguantar la intemperie además de estar sola y tener que recorrer distancia para poder beber agua y comer…
Mi primo me dice que no necesita bajar hasta la Guareña porque en la Peña hay manantiales y cierta variedad de vegetación y que allí dispone de mucha comida.
Después de los años, y en esa apariencia de secarral yo no sabía, ni habría imaginado que hubiera manantiales. Me llevé otra alegría por ello.
O sea, que está como en el Paraíso; rodeada de comida abundante, agua, y entre otros muchos escondrijos, las grandes buracas, donde guarecerse de todo lo intempestivo, por si esto fuera poco, desde esta guarida de las buracas, la naturaleza le ofrece una amplia visión digna de una torre de vigía.
La cabra tiene el pelo vivaz y brillante, en cuyo pelaje predomina un tono marrón salpicado de manchones blancos, corona su testa una discreta y armoniosa cornamenta. Es bonita.
Mi primo, Manolo, me muestra las fotos mientras yo lo coso a preguntas y él me va explicando desde su experiencia que lo primero de todo es buscar un sitio donde poder ocultarse, a cierta distancia, sin que el animal se dé cuenta de que está siendo observado, que se trata de sacar las imágenes mientras actúa con normalidad moviéndose confiado en su estado natural y que, sobre todo, hay que evitar asustarlo o que se sienta perseguido; lo prioritario continúa siendo el respeto al animal, cuidar de no causarle daño alguno ni siquiera el mínimo estrés…, y después, después ya toca pensar en la foto.
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