- fotografía de Luis Manrique -
"Son como las doce de la mañana. Los hombres, mujeres y niños del pueblo están trabajando en las eras, en las huertas o con los últimos viajes de acarreo. El pregonero del pueblo anda por las esquinas echando el pregón, para que esta noche, acudan los hombres a la junta, asunto a tratar: los toros y las fiestas de San Roque, sigue diciendo el pregón, que se celebrará en el consistorio, que se abrirá al público recién anochecido.
La chiquillería que hemos tenido la gran suerte de oír el pregón, damos brincos gritando de alegría y empezamos a hacer planes, a buscar trapos-coloraus y a preparar el "candajeo" del atardecer con la caterva de amigos.
Cuando terminemos las tareas de la era y de la huerta, nos pondremos las playeras blancas que lavamos en la mientras siesta, casi a diario, las ponemos a secar en el corral colgadas de los cordones en los palos de la tenada, ahí secan bien, el sol del mediodía las achicharra. Están de moda, todo el mundo lleva playeras blancas.
Al atardecer nos "ponemos limpias", en el agua de la palangana nos "refregamos" las piernas del polvo de la era o de la huerta, luego nos damos un poco de "nivea" para los arañazos y las rozaduras y nos vamos a "cantar los toros" a la puerta de la iglesia que es donde vive el señor alcalde. Allí le cantamos, todas las vísperas, hasta la llegada de la fiesta. Chicos, chicas, niños y niñas recorriendo el camino de la puerta de la iglesia hasta la plaza de los toros que la están haciendo en El Potro, a ver cómo avanzan los preparativos de los carros y del tablau. A ver llegar los camiones con los tenderetes, las tómbolas y las atracciones nuevas que traerán este año para nosotros.
Ya viene San Roque, madre,
ya vienen los forasteros....
Ya están haciendo los hoyos en la plaza, los hoyos donde irán metidos los postes de madera que aguantan el tablao en el que se acomodan las autoridades y la orquesta.
Los padres hacen cálculos con las labores del campo, sobre la fecha en que podrán ir a poner el carro u formar la plaza de toros entre todos los carros que van llevando los vecinos del pueblo. Ya hemos contado cinco carros en la plaza.
Las madres, entre tarea y tarea de los quehaceres del campo, embarran las casas, encalan las fachadas y le dan de polvos "coloraus" y de "muñicas" al piso. Hacen viajes a Toro para comprar las telas de los vestidos de estreno, los zapatos y las sandalias. Compran los figurines para elegir cómo queremos que nos hagan el vestido, el vestido de estreno para San Roque.
A los hombres le compran gemelos, corbatas, camisas y pantalones o traje completo. Las mujeres se tiñen las canas, se hacen la permanente, se cogen los tubos o se rizan el pelo llenándose la cabeza de pinzas metálicas de esas que llevan dos hileras de dientes.
Las jovencitas, siguiendo la moda, se alisan la melena haciéndose "la toga" o se cortan el pelo "al logarsón". Por las noches las barberías se llenan de hombres y mozos a "arreglarse" a cortarse el pelo a cepillo, al cero o cualquier otro corte con el que se vean favorecidos y, a que le den un buen afeitado a navaja con paños calientes, lociones y colonias.
Entre tarea y tarea del campo, las madres preparan los postres en las tardes de víspera, cuando se termina de fregar la loza de la comida y de recoger la cocina. Es en el silencio de la mientras siesta cuando las calles del pueblo empiezan a oler a vainilla, a aromatizante de "Flanín el Niño" a flan de huevo, a azúcar caramelizado, a leche frita, a arroz con leche, a chocolate, a natillas con galletas y a bizcocho casero.
Mientras, en el trinquete empieza a sonar la gramola del café del Casino. La máquina, picadora de almendras, de la abuela Joaquina, sale de la alacena donde permanece guardada la mayor parte del año, de fiesta en fiesta. Está envuelta en un paño de algodón blanco bordado con un remate de ganchillo. Es una máquina pequeñita que va sujeta al tablero de la mesa de comer con unos tornillos de mariposa. Hace trocitos las almendras, cocidas y peladas, que lleva alguna que otra parroquiana. Después, el triturado de almendras lo mezclan con azúcar y lo añaden a los ingredientes de las mantecadas de fiesta que cocerá el horno de la tahona. Se da a la manilla y a vueltas de manivela pica las almendras, y también hace pan rallado, moliendo los rebojos del pan sobrante que se hayan puesto muy duros.
En la puerta-ventana del segundo piso se deja ver la silla donde han colocado la gramola dorada del café del Casino, la han sacado al balcón que da a la calle del Camino Toro. La música invade el trinquete y las calles aledañas lanzando melodías al aire: tangos, baladas, vals, pasodobles, boleros, cante-flamenco y coplas, para alegría del vecindario y de todo el que pase por allí, estimulando con más fuerza, si cabe, el tiempo de vísperas.
Al volver del trabajo en el campo, los mozos se reúnen y van preparando todo para hacer la limonada en las bodegas con unos cántaros de vino, pagados a escote, para el gasto de la fiesta. Entre todos limpian la bodega, la riegan, la barren y la vuelven a regar, le ponen unos cuantos "sentajos" más para que quepan todos. Compran velas y mecha, limpian y atizan de aceite los candiles. A las bodegas que tienen metida la luz eléctrica, le cambian las bombillas fundidas y compran alguna más de repuesto para que no falte la luz en las fiestas..."
( En nuestro país. 2020 / 2021, sin fiesta, bajo la pandemia que asola el mundo, Covid-19)
Isa. _ del libro "Crónicas a la Luz del Candil"
https://www.google.com/search?q=cr%C3%B3nicas+a+la+luz+del+candil&rlz
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