viernes, 21 de enero de 2022

Los conejos habían devastado millones de hectáreas de cultivo.

 


Durante toda la historia una de las preocupaciones de los campesinos han sido las plagas de conejo común, que con su vorágine reproductora arrasaban tierras de cultivo. En los años cincuenta, después de la segunda Gran Guerra, el panorama era desolador en toda Europa.

Esta también fue una de las preocupaciones de muchos científicos europeos, que no hallaban una forma de controlar tanta población.

De hecho, en la segunda mitad del siglo XIX se introdujeron seis parejas de conejos europeos en Nueva Gales del Sur, sin saber que esa imprudencia provocaría que casi un siglo después la población aumentara hasta los 600 millones de ejemplares, al no existir depredadores naturales.

Los conejos habían devastado millones de hectáreas de cultivo, dejando también sin recursos a la fauna local. El daño para la economía local era proporcional a la dificultad para acabar con ellos.

En aquellos días Armand-Delille, que había sido un héroe en Francia por sus estudios bacteriológicos, disfrutaba de la naturaleza durante su jubilación. El investigador, que conocía de primera mano los problemas de los agricultores con estos pequeños roedores, había destacado especialmente  por sus aportaciones en investigaciones sobre la malaria durante la Gran Guerra.

Delille había leído acerca de la introducción en Australia de una enfermedad que afecta únicamente a conejos, llamada mixomatosis. Porque allí el problema había sido descomunal. Entonces se introdujo en mosquitos el virus que causaba mixomatosis, que diezmó la población en dos años hasta dejarla en 200 millones de ejemplares.

¿A grandes males, grandes remedios?

Al profesor francés, apartado en su lugar de retiro rodeado de viñedos, se le ocurrió la 'brillante idea' de en 1952 inocular la enfermedad en dos conejos sanos que soltó en un área cultivable en una finca cercana. Delille consideró que serviría para una prueba controlable y sin riesgo epidemiológico.

Gregorio Doval describe en 'Errores, lapsus y gazapos de la historia' las terribles consecuencias de su imprudencia. Cuatro meses después había brotes de mixomatosis por todo el país. Por si fuera poco, el experimento incluía una cepa más fuerte del virus.

La transmisión es tan rápida porque se hace a través de pulgas, garrapatas y mosquitos. Los conejos se quedan paulatinamente sin vista; por la apatía pierden las ganas de comer y desarrollan fiebre.

Un año después casi la mitad de conejos de Francia había muerto, pero la enfermedad ya había llegado a todos los países vecinos. Cuatro años más tarde hay informes de caza del país galo que muestran que la población había disminuido hasta un 95%.

El profesor se llevó una fuerte multa de cinco mil francos y, poco después, la famosa medalla con el conejo muerto, ya que se había convertido en el héroe de los campesinos.

Golpe a la dieta de águilas, linces y zorros

Para los trabajadores del campo el fallo garrafal de Delille supuso un alivio para sus cosechas, pero la multitud de depredadores que tiene el conejo sufrió inmediatamente la escasez de alimento.

En España la población de águila imperial y del lince ibérico se ha reducido tanto hasta llegar a estar al borde de la extinción. En el caso de los linces porque están especializados en cazar conejos y son incapaces de cazar otras presas.

En los años ochenta otra enfermedad, la hemorragia vírica, redujo de nuevo drásticamente la población de conejos. Existen vacunas para los conejos domésticos, pero con los años los ejemplares silvestres han desarrollado una inmunidad alta. Sin embargo, siguen surgiendo nuevas cepas que provocan muchas muertes al año.

Un estudio en España, realizado por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, analizó la situación de los depredadores en el país. El consumo se redujo del 71,8 al 26,2% en tejones, que mostraron una gran capacidad de adaptación. Pero los linces ibéricos siguieron basando su alimentación en conejos en un 75%, por lo que no cambiaron sus hábitos.

El daño que ha provocado en la fauna es complicado que pueda subsanarse, por lo que la balanza de valoración hacia el hombre que casi erradica los conejos se inclina más hacia la palabra villano que a héroe.

A nosotros el científico francés casi nos priva de disfrutar de los saltos de los conejos por el campo, una de las escenas más bonitas y accesibles de la naturaleza. Pero a águilas o linces les ha privado de la abundancia de un recurso fácil que les ha dejado reducidos a la mínima expresión.     

_ Este artículo recogido en páginas de Internet me recuerda y confirma algo que me contaron esta Navidad 2021 / 2022. Algo que viví, que vivimos los niños de entonces, los de los años 50 del siglo XX, vivíamos asombrados y asustados con la "peste" de los conejos. Los conejos-domésticos, los que teníamos en las conejeras de los corrales "para el gasto" . Y que, a los niños, lo que más nos gustaba era verlos brincar por la conejera, ver los recién nacidos, las madrigueras artificiales, las camadas, verlos salir a comer por primera vez con la madre y tiempo después con los otros conejos adultos.

De repente, apareció aquella "peste" aniquilándolos en nada de tiempo, dejando las conejeras vacías y sumiendo a niños y mayores en una especie de tristeza.

Pasado un tiempo, en el pueblo se rumoreaba acerca de una casa de la calle "El Oro" donde los conejos ya no se morían, ya no se contagiaban... _

"Al fuego del hogar" _ poemas de Claudio Rodríguez _


Ilustración "La Ciudad del Alma" _ Zamora _


 Aún no pongáis las manos junto al fuego.

Refresca ya, y las mías
están solas; que se me queden frías.
Entonces qué rescoldo, qué alto leño,
cuánto humo subirá, como si el sueño,
toda la vida se prendiera. ¡Rama
que no dura, sarmiento que un instante
es un pajar y se consume, nunca,
nunca arderá bastante
la lumbre, aunque se haga con estrellas!
Este al menos es fuego
de cepa y me calienta todo el día.

Manos queridas, manos que ahora llego
casi a tocar, aquella, la más mía,
¡pensar que es pronto y el hogar crepita,
y está ya al rojo vivo,
y es fragua eterna, y funde, y resucita
aquel tizón, aquel del que recibo
todo el calor ahora,
el de la infancia! Igual que el aire en torno
de la llama también es llama, en torno
de aquellas ascuas humo fui. La hora
del refranero blanco, de la vieja
cuenta, del gran jornal siempre seguro.
¡Decidme que no es tarde! Afuera deja
su ventisca el invierno y está oscuro.
Hoy o ya nunca más. Lo sé. Creía
poder estar aún con vosotros, pero
vedme, frías las manos todavía
esta noche de enero

junto al hogar de siempre. Cuánto humo
sube. Cuánto calor habré perdido.
Dejadme ver en lo que se convierte,
olerlo al menos, ver dónde ha llegado
antes de que despierte,
antes de que el hogar esté apagado.     
....................




(Zamora, 1934 - Madrid, 1999) Poeta español. Perteneciente a la Generación del 50, su poesía, caracterizada por su originalidad expresiva y su intenso lirismo, tiene en común con la de otros poetas de su momento el uso de un lenguaje coloquial y cierta tendencia al realismo; según palabras de su compañero de generación, José Hierro, es "la realidad misma con magia, ya que transforma los objetos cotidianos en símbolos trascendentes". Su lírica intimista, marcada por la meditación en torno a la naturaleza y el paisaje castellanos, permaneció ajena a las modas y a los movimientos literarios. Publicó su primer libro, Don de la ebriedad (1953), cuando tenía 19 años; vinieron luego Conjuros (1958), Alianza y condena (1965), El vuelo de la celebración (1976) y Casi una leyenda (1991). Esta corta producción (un total de cinco libros escritos con largos intervalos entre uno y otro) resulta de una significativa trascendencia, ya que han sido constantemente reeditados y le valieron a su autor un sillón en la Real Academia Española, y numerosos premios, entre ellos el Príncipe de Asturias de las Letras.

viernes, 7 de enero de 2022

Una vuelta a la infancia, esa patria inicial, firme y segura contra o frente al presente y el futuro.



Una vuelta a la infancia, esa patria inicial, firme y segura contra o frente al presente y el futuro. Cuentos para “cuando el calor, el viento, el frío y la lluvia nos meten en casa. Tiempo de cuentos para los que todavía no hemos perdido ese lado infantil de cuando éramos niños y que a todos nos gusta recordar ahora, ahora que realmente ya no volveremos a serlo”, escribe la autora en la introducción al libro.

El pequeño relato viene de lejos
con su gran encanto en los pliegues de la sugerencia. Cuentos del Sobrau es el libro de Isabel Hernández Gil, que ha publicado la editorial Liber Factory, con diversas imágenes, una veintena de fotos en color y blanco y negro.
09DIC18 – MADRID.-
(Autodidacta, atenta a las letras de la lectura y la escritura, Isabel Hernández Gil (Villabuena del Puente, Zamora, 1954), ha agrupado sus recuerdos, vivencias, emociones y sensaciones en las historia cortas que acoge el libro como ramillete de narraciones, que invitan, tanto a disfrutar su lectura como a evocar y crear las propias en una analogía paralela.
Cuentos, relatos… la vieja dicotomía entre unos y otros, que no es más que una equivalencia semántica a gusto del consumidor. Casi medio centenar de narraciones breves que la autor ha querido escribir para sujetar la memoria, como una Sherezade de bolsillo. “A esas pequeñas cosas que colorean la vida”, dice su dedicatoria inicial.
Una vuelta a la infancia, esa patria inicial, firme y segura contra o frente al presente y el futuro. Cuentos para “cuando el calor, el viento, el frío y la lluvia nos meten en casa. Tiempo de cuentos para los que todavía no hemos perdido ese lado infantil de cuando éramos niños y que a todos nos gusta recordar ahora, ahora que realmente ya no volveremos a serlo”, escribe la autora en la introducción al libro.
Cuentos con sabor al pasado, a otro tiempo que cimentó el presente, a recuerdos rurales que quedaron flotando en el aire, cuando la escritora viajó a Madrid, para continuar su vida en un también ciudadano, lejos de la existencia rural, pero con la llamada telúrica al origen. Cuentos con vocabulario rústico, obsoleto o antiguo, que invitan a saborear esas palabras que enriquecen la lengua castellana. Escenas de madres y abuelas con sus labores culinarias o textiles…)

Puede ser una imagen de monumento y texto que dice "Isabel Hernández Gil Cuentos Sobrau del VILLABUENA EN LA MEMORIA Liber Flactory"


domingo, 2 de enero de 2022

"Toro, esa nave nodriza"

 











"Los juguetes de Anita"

 


(Cuando niños, mis hermanos y yo teníamos este cuento, me gustaba mucho, lo recuerdo con mucho cariño. Era un cuento-educativo, nos decían... Aunque hace tiempo que ya no está entre nosotros, cuando llega Navidad, siempre, siempre me viene a la memoria)

...............

*Aquella noche, como todas las noches, Anita se puso el pijama y se metió en la cama. Y como todas las noches, su mamá le leyó un cuento, le dio las buenas noches y apagó la luz. Al cabo de unos minutos, Anita dormía plácidamente. Entonces todo comenzó.

– Otra vez igual. ¡Todas las noches es lo mismo! Hoy, encima, me ha dejado encajonado contra el baúl y no me puedo mover -se quejó un cochecito de juguete mientras aceleraba intentando, sin éxito, escapar del hueco del baúl.

– No te quejes, que yo estoy colgando de los pelos -se lamentó una Barbie.

– Al menos tienes pelo. Nosotros, cuando Anita no nos recoge, no sabemos ni dónde lo tenemos -dijo un Pinypon

– Sí, yo no encuentro mis piernas… -añadió otro Pinypon –

¿Alguien las ha visto? Mr. Potato,
¿No se habrán colado dentro de tu caja?

– ¿Eh? ¿Qué dices? No te oigo. Ha desaparecido mi oreja izquierda… -se lamentó Mr. Potato.

– ¡Socorro! ¡Socorro! Estoy dentro del armario de los zapatos y huele fatal a pies – se escuchó gritar una voz, a lo lejos. Era el osito Teddy.

– ¡Ja! Ahí acabé yo la semana pasada. ¡Te toca ir a rescatarle, camión de bomberos! -rió el coche.

– ¡Voy volando! – anunció un pequeño camión de bomberos de plástico mientras encendía la sirena.

– Camión grúa, ayúdame tú a mí. No puedo salir de este hueco -pidió el coche.

El camión grúa acudió en su auxilio, enganchó sus cadenas entre los ejes de las rueda y consiguió liberar al coche. Sin embargo, del impacto una torre de cajas de construcciones comenzó a tambalearse peligrosamente.

– Ay, no, no, no… ¡Cuidadoooo! – gritó el coche, mientras se ponía a salvo a toda velocidad.

– ¡Hala! Todos los LEGO, al suelo. ¡Qué desastre! -se lamentó Barbie.

En ese momento, una muñeca comenzó a llorar. Su llanto era metálico.

– Bueno, ¿me bajáis de aquí, o qué? -insistió Barbie, quien se estaba impacientando de colgar de una silla.

– ¡Allá voy princesa! – se ofreció rápidamente un superhéroe, mientas pedía ayuda al patito de goma: – ¡Pato! ¡Deja que te use como cama elástica!

– ¿Otra vez? – Se quejó el pato, harto de que siempre le tocaran todos los pisotones.

Pero no le dio tiempo a negarse, pues antes de poder reaccionar, el superhéroe había brincado sobre él, aplastándole su cabeza de goma.

– ¡Agárrate, princesa! -gritó el superhéroe mientras pasaba volando frente a la Barbie. Ella se agarró a él y juntos cayeron sobre el montón de cacharros de la cocinita.

– ¡Qué golpe! Cualquier día de estos me parto una pierna. ¡Que son de plástico del malo! – volvió a quejarse Barbie.

– ¿Estás bien, princesa? -se interesó el superhéroe.

– ¡Que no me llames princesa! – exclamó la muñeca, muy enfadada.

– Pero… ¡cómo no! Tú eres Frozen, ¿no?

– ¡Soy una Barbie!

– Ahí va, qué fallo -rió el superhéroe, algo avergonzado. Entonces, recuperando su tono orgulloso, concluyó: – Bueno, seas lo que seas, siempre serás mi princesa.

– Creo que voy a vomitar – respondió Barbie, entre dientes.

– Y ese bebé llorón… ¿no se va a callar nunca? – preguntó el coche, llevándose las ruedas a los oídos.

– Si es que se le han caído encima la caja del LEGO y le está presionando el botón del llanto. ¡Voy a ver si puedo apartarla!

Con gran esfuerzo, el pinypon consiguió apartar la caja y el bebé muñeco dejó de llorar.

– Esto no puede seguir así. Hay que enseñar a Anita a recoger sus juguetes antes de irse a dormir – señaló Barbie con determinación. -¿A alguien se le ocurre un plan?

El único que respondió a su pregunta fue un juguete, pero lo hizo en chino.

– ¿Qué dice este? – preguntó Barbie, sorprendida.

– No sé. Se lo compraron a Anita en un bazar chino y nadie le entiende -rió el coche de juguete.

– Y ese peluche, ¿qué? ¡Eh, tú! ¡El nuevo! Vaya privilegiado. Nosotros sufriendo y tú ahí, tan cómodo durmiendo al lado de Anita -le gritó el superhéroe a un peluche con forma de pingüino que le habían regalado a Anina hacía pocos días.

– Deja que disfrute mientras pueda. ¡Cualquier día aparece colgando de la lámpara! -respondió el osito Teddy, con sorna.

Todos los juguetes rieron alegremente.

– ¿Quién falta? -preguntó Barbie, mirando de un lado a otro, intentando ver algo en la oscuridad de la habitación. Una voz metálica respondió. Era el marcianito de juguete.

– ¡Yo! ¡Estoy aquí! ¡Anita me ha dejado bocabajo y no me puedo mover!

–  ¡Bomberos al rescate! – volvió a gritar el camión, encendiendo su sirena y ayudando al marcinaito.

– Bien. Ya estamos todos. Venga, cada uno a su sitio – instó Barbie.

Todos los juguetes se dirigieron a su lugar. Uno s se colocaron en la estantería; otros se metieron en el baúl. Algunos se treparon a los pies de la cama de Anita y allí se quedaron.

A la mañana siguiente, como todas las mañanas, Anita se despertó y vio que su cuarto estaba completamente recogido. Y como todas las mañanas ni siquiera imaginó el gran problema que le había ocasionado a sus juguetes por ser tan desordenada. ¿Y sabes por qué? ¡Anita creía que era su mamá quien recogía su habitación mientras ella dormía!

F i n.

En “Juguetes en Problemas”, a través de una situación cotidiana y del humor, se enseña a los niños por qué es importante recoger su habitación.

¿De qué trata? Cuando Anita se duerme, todos los juguetes de su habitación se encuentra fuera de su lugar: atrapados en cajones, colgando de los pelos, en busca de sus piezas… Resulta que Anita es muy desordenada y, cada noche, deben volver a su lugar pasando una auténtica odisea.


Domingos de cine

    El cine Norte era además salón de baile y teatro. Tenía muchos bancos de madera que alineaban rellenando todo el aforo, todo el espacio ...