martes, 27 de abril de 2021

... Éramos tan jóvenes ... Épocas y causalidades.

 


... asentaron la caravana, o roulotte, justo delante de la fuente pública que había en la puerta de la iglesia, a remolque de un Seat-600 de color blanco, conducido por una de ellas llamada Juani.

al fondo de la imagen, dicha caravana de color blanco. (doy fe) ...
"Las Cátedras Ambulantes fue una agrupación de la falange de la Sección Femenina móvil encargada de realizar la propaganda formativa en el ambiente rural en el periodo de posguerra. La cátedra constaba de un grupo móvil de cuatro camiones con sus respectivos remolques.1​ Cada camión contenía laboratorios, y material didáctico suficiente como para ofrecer las clases en diversos pueblos de la geografía española por un periodo de seis meses. Mediante estas Cátedras se establecían estrategias de control, adoctrinamiento e influencia sobre la población. Existieron igualmente Cátedras Fijas." _Wikipedia_
-en la imagen celebración de la clausura-trabajo-terminado, con fiesta, bailes o danzas-regionales-

lunes, 19 de abril de 2021

Canción de cuna.

 


A la nanita nana, nanita nana, nanita ea, mi niña tiene sueño, bendita sea, bendita sea.

Así sonaba, tan bien, tan dulce, tan bonito, aquel villancico adaptado por nuestras madres acunándonos, arrullándonos "arrollándonos" a orro orro, mi niño. A la cabecera de las cunas, al ritmo de los vaivenes del balancín y también, cuando nos cogían para intentar calmar un llanto, una intuida y tímida molestia, o una excusa, o nada, simplemente por el puro gozo de acomodarnos entre sus brazos. De "rolla" "arrollándonos", a orro orro mi niño, mi niño ea, y cubrirnos de besos.

"No te mires en el río", así se llamaba esta copla interpretada por la, entonces, considerada gran dama de la canción española, Conchita Piquer. 

Y, bueno, era una canción de cuna, al menos a mí me la cantaba mi madre mientras me acunaba, y también las madres de los niños y niñas de aquella edad, eso me dijeron en casa y eso me contaron también mis vecinas y, sobre todo, una de ellas me lo asegura todavía ahora, ahora que ya soy bien mayor. Recuerdo de niña-mayorcita haber escuchado esta canción y otras parecidas de boca de mi madre y de otras muchas madres y abuelas de aquella época.

"En Sevilla hay una casa,   
y en la casa una ventana  
y en la ventana una niña
que las rosas envidiaban.
Por la noche, con la luna,
en el río se miraba,

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
no te mires en el río
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
que me hases padesé,
porque tengo, niña, selos d'él.

Una noche de verano

cuando la luna asomaba,

vino a buscarla su novio
y no estaba en la ventana.
Que la vió muerta en el río
y que el agua la llevaba
¡Ay corasón,
paresía una rosa!
¡Ay corasón,
una rosa muy blanca!
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!
cómo se la lleva el río..."

Cómo puede ser esta una canción de cuna, cuando habla de muerte... Pues sí, lo era, lo era porque la época, el lugar y los posibles, marcaban mucho, y por aquel entonces todo lo que salía por la radio o buena parte de ello era canción española; cante flamenco, copla, villancicos y algún bolero, algún tango..., y apenas si había aparatos de radio en el pueblo, bueno sí había pero poquitos y las canciones se aprendían de oídas, cuando iban por la calle y sonaba la radio por la ventana de alguna casa de las consideradas casas señoriales.

Con esas notas aprendidas "al vuelo" y las coplas impresas que vendían y cantaban los vendedores ambulantes, los vendedores y cantadores de coplas y del cante flamenco, gracias a ellos la gente de los pueblos aumentaba su repertorio musical, era así para una gran mayoría, tampoco podemos olvidar las canciones aprendidas en el cine -Norte, aquellas cintas que proyectaban "películas de cante" interpretadas por los más sobresalientes de la canción española y del arte flamenco. También solía haber aparato de radio en bares, casinos y cafés. En la tahona y en la barbería. Los que más "salían" en la radio eran: Rafael Farina, Juanito Valderrama, Antonio Molina, El Príncipe Gitano, Manolo Caracol, Conchita Piquer, Estrellita Castro, Sara Montiel, Carmen Sevilla, Lola Flores, y demás coetáneos.

Esta era la música del momento, y gustaba, vaya si gustaba, gustaba mucho.

Las mismas canciones que oíamos cantar a nuestros mayores al tiempo que realizaban las tareas del campo o de la trilla, o mientras se acicalaban frente al espejo pequeñito colgado en la pared, en un día de fiesta o de descanso, días estos más bien escasos, muy escasos, para una gran mayoría era así. 

Y, recuerdo una noche sentados al fresco. Habían venido, de vacaciones de verano, unas chicas estudiantes en Salamanca. De fondo, desde el comedor, sonaba la radio de la vecina. Por favor, le dijo una de las estudiantes, si sale Antonio Molina con "La estudiantina", Rafael Farina con "Vino amargo", Juanito Valderrama y "El emigrante" o cualquier otro de "esos" prométeme que desconectarás la radio o que cambiarás el dial..., porque no lo soportamos, ahora solo se escuchan melodías en inglés, es otro estilo de música que se ha puesto de moda. Y recuerdo los niños y niñas que pululábamos por allí, por el vecindario, por nuestra querida calle El Oro, que no pudimos articular palabra, solo nos quedamos mirando a la chica como si se nos hubiese aparecido, de repente, un ratón gigante de color azul y aspecto bonachón.

Y la señora de la casa, la de la radio en el comedor, solo pudo responder un compungido SÍ, descuida, la apagaré o cambiaré de emisora.

Y, todavía, aquellas niñas y niños de mi edad, que tiempo después acatamos y bailamos aquellas canciones modernas en inglés, a día de hoy se nos aprieta el corazón cuando escuchamos las coplas y el cante-flamenco de nuestros mayores, de nuestros padres y madres, aquellas que le oíamos cantar en sus escasos ratos-libres, alegres, felices, o sencillamente ratos de descanso, de descanso sin fiestas.

Aquellas canciones todavía nos hacen sentir, todavía nuestra emoción aflora y se nos pone carita sonriente ante la dulzura del recuerdo que ya se ha hecho tan lejano en el tiempo pero que aún persiste en la naturaleza del alma.

 "... En Sevilla hay una casa y en la casa una ventana..."

Era, por entonces, una canción de cuna, tan válida como lo era cualquier otra.

"... A la nanita nana, nanita ea. Mi niña  tiene sueño, mi niño ea..."   

lunes, 12 de abril de 2021

"El Cuento de Juan Peranzules"

 


- Este es "El Cuento de Juan Peranzules" las bragas azules y el culo al revés. ¿Quieres que te lo cuente otra vez?

- Sí.

- Se dice que NO, porque este es "El Cuento de Juan Peranzules" las bragas azules y el culo al revés. ¿Quieres  que te lo cuente otra vez?

- No.

- Se dice que SÍ, porque este es "El Cuento de Juan Peranzules" las bragas azules y el culo al revés.  ¿Quieres  que te lo cuente otra vez?.

- Sí.

- Se dice que NO, porque este es "El Cuento de Juan Peranzules" las bragas azules y el culo al revés. ¿Quieres  que te lo cuente otra vez?

- No.

- Se dice que SÍ...

- Se dice que NO... 

- Porque este es "El Cuento... "

- ¿Quieres que te lo cuente otra vez...?

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(De boca en boca va, de boca en boca iba). 



(Ruido, ruido ruido,

mucho, mucho ruido).

jueves, 8 de abril de 2021

El Zamparrón (cuento popular castellano - leonés)



       -imagen conseguida en el buscador de Internet
                       como El Zamparrón-



El  Zamparrón es un ogro castellano-leonés que  se come, o mejor dicho, se zampa a los niños.
También habita en el Valle del Jerte extremeño, donde se le menciona dotado del poder de estirar y encoger su cuerpo a voluntad, lo que le permite entrar en las casas por los más pequeños resquicios para tratar de saciar su enorme voracidad, cosa que nunca consigue, dado que cuanto más come, más se estira su estómago, por lo que nunca queda satisfecho.
Vive en el campo y solo entra en las casas acosado por el hambre en busca de su comida favorita, que no es otra que los niños tiernos, a los que gusta zamparse, de ahí su nombre de Zamparrón.

_ Viki Mitología _
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486. Cuento popular castellano-leonés  "El Zamparrón" 

Era una abuela que tenía cinco nietecitas. Y las mandó, a una a barrer, otra a fregar, otra a limpiar las cucharas, otra a ir a por agua, y la otra a limpiar los cacharros. Y las dijo:
-Allá arriba en el desván hay un tarro de miel. Quien termine la primera, sube allí, que os daré pan para que lo untéis. Terminó la más mayor y la abuela la dijo:
-Coge un pedazo de pan, subes al desván y lo untas en miel. Y subió la más mayor al desván y se la tragó un zamparon que estaba allí.
Terminó la mediana y la abuela la dijo:
-Coge un pedazo de pan y sube al desván, que allí está tu hermanita, y que te unte el pan en miel.
Y subió la mediana al desván y se la tragó el zamparrón. Y así se tragó a todas las nietecitas el zamparrón. Su abuela las llamaba y no respondían. Y cuando supo que el zamparrón se las había tragao a todas, se puso a la puerta a llorar. Pasó por allí un señor y la dijo:
-¿Por qué llora, señora?
Y la abuela le contestó:
-Porque a mis cinco nietecitas las ha tragao el zamparrón.
-¿Qué le vamos a hacer, pobre abuela? -dijo el señor, y se marchó.
Y luego pasó por allí una hormiguita y la dijo:
-¿Por qué llora, abuelita?
Y la abuela la contestó:
-Porque a mis cinco nietecitas las ha tragao el zamparrón.
-Pues venga conmigo, que yo las salvaré -la dijo la hor­miguita.
Entonces la hormiguita subió ande estaba el zamparrón y le dio un pellizco en la tripa y salieron las cinco nietecitas bailando.
-¿Con qué la pagaré yo a esta hormiguita? -decía la abueli­ta. ¿Quieres dos fanegas de trigo?
-¡Mi molinito no muele tanto! -contestó la hormiguita­
¡Mi costalito no coge tanto!
-¿Quieres una fanega?
-¡Mi molinito no muele tanto! ¡Mi costalito no coge tanto!
-¿Quieres un celemín?
-¡Mi molinito no muele tanto! ¡Mi costalito no coge tanto!
-¿Quieres dos granos?
-¡Mi molinito no muele tanto! ¡Mi costalito no coge tanto!
-¿Quieres un grano?
-¡Mi molinito sí muele tanto! ¡Mi costalito sí coge tanto!

Covarrubias, Burgos. Leonor Moneo. 3 de junio, 1936. 11 años.

Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo                                                            

058. Anonimo (Castilla y leon)   








miércoles, 7 de abril de 2021

Cuando los almendros

 


"... Uno tiene la sensación de que ya se han muerto del todo los almendros y no, no los mató el tiempo, fueron las circunstancias y la causalidad las que los hicieron desaparecer de nuestro entorno, de nuestros campos.
Cuando la maquinaria agrícola hizo su entrada, triunfal, le estorbaron todos los árboles, los almendros también. Y se talaron. Y se volvieron a talar cuando, años más tarde, se llevó a cabo la concentración parcelaria que cambiaria el mapa de las lindes y de los caminos.
Entre las noches más bonitas que recuerdo están las noches de otoño en que nos juntábamos niños y mayores de casa, y también los vecinos que, altruistamente, venían a ayudar a pelar almendras alrededor de la mesa donde se asentaba el cribo, donde se contaban cuentos, historias y leyendas, y se echaban unas risas, mientras el olor de unas almendras, tostándose en la lumbre, fluctuaba por la cocina y por toda la casa.
Todavía recuerdo al comprador de almendras, dulces y amargas, que paraba por la calle El Oro. Venía en camión desde Alicante. Allí se iban las almendras, según él, las dulces a las fábricas de turrones de Jijona y las amargas a los laboratorios,
Todavía recuerdo aquel almendro que, desde mi estatura de niña, se me hacía el árbol más grande que había visto jamás..."

-fotografía de
Helena
.

... " Cuando salí de mi tierra... "

 


                                                                    _foto de Helena Filippin_


"cuando salí de mi tierra"

(cantaba la radio - mediada la década de los 60)
<<... En ese rincón donde se acumula la pena, nos llevamos la memoria y el sentimiento de nuestras raíces; nuestros árboles frutales, las zarzamoras, las flores silvestres, los campos de trigo, nuestras vísperas de fiesta, nuestra Navidad, el canto de los grillos el trino de todos los pájaros y de todas las golondrinas que, de un año a otro, se posaban en los alambres de nuestras calles y en los nidos de los tejados de nuestras casas. Nos llevamos la cocina y la lumbre de la cocina, y hasta el gélido frío de los inviernos, y los cuentos y las leyendas que nos contaban nuestros mayores, todo, todo lo íbamos a echar en falta.
Nunca antes habíamos viajado solos y nunca habíamos estado en una gran capital conque…
¡Por todos los cielos!
Y salimos en bandada hacia la estación de autocares de la empresa de transportes “Autorrés” destino Madrid. De camino a la capital las torres de Toro se iban haciendo más pequeñas hasta desaparecer, hasta diluirse en el horizonte. Y todo lo demás, todo lo que empezaba a aparecer por el camino a la capital nos era desconocido.
Todo quedó atrás, todo, hasta nosotros mismos nos partimos en dos. En la distancia y en el tiempo que dura el trayecto medido en kilómetros había empezado una nueva etapa, a todos los efectos desconocida, que tendríamos que resolver por nosotros mismos.
Y éramos tantos y éramos tan pequeños…, conque…
¡Por todos los cielos! ...>>


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sábado, 3 de abril de 2021

Pobre niña pobre, pobre niña rica. (desde el alma infantil)


Heredera universal de una gran parte de la fortuna de la dinastía familiar, venía al mundo el 12 de enero de 1870. Pobre niña pobre, pobre niña rica, que, en el mientrastanto de la vida y cuando sus primos paternos destacaban en el esplendor de las altas clases sociales de la época, ella permanecía anclada en su rincón emocional de los afectos de pobre niña pobre, de pobre niña rica. Recluida en la dehesa de San Andrés en Toro, allí, en la casa palacio de dicha dehesa,"vivía" la joven sirvienta rodeada de tierras de labranza.


Poco o nada se sabe de su infancia, apenas su madre la dio a luz, en Éibar, la dejó allí mismo, al cuidado de su hermana. Allí con su tía materna transcurría la infancia de Victoriana en la sombra y a la sombra de su familia paterna, en la situación emocional de no tener padre y ni tampoco la presencia de su madre (soltera), ni la de su medio hermano materno, Jacinto (nacido de otra relación), suponiendo que le hubiesen revelado la existencia de Jacinto. En estas dilaciones vive su infancia la niña Victoriana hasta que a los 7 años aparece empadronada en Toro (Zamora) con domicilio en la dehesa de San Andrés, como sirvienta. Ahora sí, ahora ya tenía al lado a su madre, Marta, también sirvienta en dicha dehesa, a su padre don Luis Villachica y a su medio hermano materno Jacinto, sirviente, y años más tarde encargado de la dehesa.

Luis Villachica contaba con setenta años cuando  reconoció a Victoriana.

Mientras sus primos Villachica destacaban en el esplendor de las altas clases sociales de la época, ella, Victoriana, permanecía anclada en "su-lugar" en su rincón de la dehesa de San Andrés en Toro. Emocionalmente resulta fácil imaginarla y hasta percibirla desorientada siempre en su compleja identidad en el transcurrir de los años ¿ella qué sabía? ¿Ella qué culpa tenía, qué culpa tuvo? Solo nació. Únicamente fue engendrada por Luis Villachica y Marta Murgoitio (sirvienta en la casa de los Villachica) y nada más se sabe de su infancia y juventud. Solo que vivió en en ese intermedio de pertenecer o corresponder a dos "lugares" a dos estatus sociales extremos y no poder encajar ni en uno ni en el otro sino por el mero instinto de la supervivencia y teniendo muy presente que tampoco el discurrir del tiempo le mostraba su sitio ni le daba su lugar ¿cómo creció la niña, cómo la adolescente, cómo la joven Victoriana?¿Qué tenía en sus adentros al llegar a la edad adulta? Tal vez solo dinero, solo propiedades. Tal vez solo servidumbre, acritud, servilismo, resentimiento, y su verdad, su única verdad; su medio hermano Jacinto, Luis Villachica, un padre, para ella, desleído, y Marta, su madre, sus tres vínculos de sangre, con los que empezó la vida cuando la niña ya era mayorcita. 

Victoriana hija del amor, vivió y tuvo la vida de los otros, nacida del amor, sin duda. Cualquiera que lea el escrito testamentario de Luis Vilachica a Marta también podrá ver, entre líneas, el mensaje claro de una declaración de amor, de amor y protección dentro o fuera encajando o no en las convicciones de la época, pero amor-verdadero, amor auténtico, amor imposible, amor difícil, amor romántico, amor de novela o de cuento de hadas, amor entre Luis y Marta, padres biológicos de Victoriana. Pero la niña Victoriana fue producto y fruto de otras vidas.

Ella careció de vida, de ciertos afectos, de ciertas presencias. Se vivió a sí misma sola, rica, pero tan sola. Heredera universal de su padre y la única de los nietos-Villachica que llevaría (en los años finales de su vida) el apellido Villachica en primer lugar, pero tan sola. Su vida transcurría sin ella, su vida sin ella, sin poder ser ella. La niegan las costumbres, las tradiciones y los "decoros" de la época. La niegan, pero ella es, ella existe, ella está, es quien es, es un hecho es una persona económicamente protegida y con la vida resuelta, heredera universal de los bienes de su padre Luis Villachica (hija natural, hija ilegítima) nacida de una unión que decidieron dos adultos pero que a la niña le correspondió, de por vida y con su vida pagar el precio de vivir, vivir sí o sí, hacer frente a su destino y afrontar a las consecuencias que derivaron de la relación de amor acaecida entre sus progenitores; su padre perteneciente a la alta burguesía madrileña y su madre una de las sirvientas de la casa.

Victoriana sería reconocida por su padre cuando ya ella fue bien mayor. Conviertiéndola oficialmente, de cara a la alta sociedad y a todos los efectos, en una persona mayor acaudalada.

Esta podría ser una de las historias de amor más bonitas del mundo; de felicidad para unos, de conflicto para otros, surgida en la saga familiar-Villachica entre los siglos XVIII y XX., y sobre todo, el secreto mejor guardado del Palacio de los Villachica. Lo idílico, lo bucólico de una profunda y preciosa historia y las consecuencias que recayeron sobre el fruto de su amor, su niña Victoriana pagaría, de por vida, un costo emocional.

Luis Villachica podría haber echado de casa a Marta Murgoitio, podría haber repudiado a la niña Victoriana pero no lo hizo, podría haberse desentendido de las dos, pero no lo hizo. Qué bonito para ambos dos Luis y Marta. El señorito enamorado de una de sus sirvientas. Qué muestra, qué manifestación de amor tan grande en aquella época con todos los demás en contra, con todo su mundo en contra. Podría haberlas abandonado a su suerte, sin embargo las mantuvo con él de por vida y se ocupó también de que no les faltara economía hasta el fin de sus días, tanto a Marta como a Jacinto, como a Victoriana.

Qué malhadadas las consecuencias emotivas para la vida de la niña Victoriana, de la joven Victoriana, de la adulta Victoriana.

Cuando nos detenemos en su esquela mortuoria, la de Victoriana Villachica, podemos observar que no aparece ningún miembro de su familia paterna. Solo sus adoradas sobrinas hijas de su medio hermano, Jacinto. Tan sola. Enterrada en el panteón de los Villachica en la Sacramental de Santa María de Madrid, descansa en la vida eterna aquella pobre niña rica. Su funeral oficiado en la conocida Iglesia de los Jerónimos de Madrid. Pero tan sola... Se sobreentiende que la familia paterna, a excepción de su padre, no llegó a aceptarla nunca. Pobre niña rica ¿qué culpa tenía ella, qué culpa pudo tener de ser rica, de ser pobre, de ser hija natural e ilegítima, de tener padres solteros, de tener un medio hermano materno o de nacer en la época en que nació...? Victoriana Villachica hija ilegítima del hijo menor de la saga familiar Villachica y de Marta Murgoitio su amante, una criada de la casa.

Victoriana Villachica: dicen de ella que era un personaje hecho de una mezcla de sentimientos entre huidizo y extraño... ¿Quién no en su lugar? ¿Acaso no fue extraña su situación en la vida y en la época?

"Si en la ciudad de Toro hay un nombre conocido por todos sus habitantes es el de Victoriana Villachica, integrante de una familia de la alta burguesía y la única de los nietos de Don Manuel Villachica Arza, que llevó el apellido Villachica en primer lugar. La compleja historia de una familia perteneciente a la burguesía decimonónica, (perteneciente o relativo al siglo XIX) cuya última representante, Victoriana, perpetuó su apellido gracias a la Fundación en Toro que lleva su nombre."  (... decían las crónicas ...)


Como menciono al principio de este libro... Quizá uno de los primeros recuerdos que tengo de Toro sea aquel señor-terrateniente llamado Federico "el de Villachica" que a mí me llamaba poderosamente la atención verlo siempre de traje y corbata, él decía ser un sobrino de Victoriana Villachica, que los días de diario iba vestido de domingo, visitaba mi pueblo con frecuencia, mi calle y todo el término y la casa de mi tío, cuando yo era jovencita.
Después de investigar un poco sobre esta historia he podido llegar a la conclusión de que Federico bien podría ser un sobrino nieto político ( por parte materna y de su medio hermano Jacinto) de Victoriana Villachica....

Domingos de cine

    El cine Norte era además salón de baile y teatro. Tenía muchos bancos de madera que alineaban rellenando todo el aforo, todo el espacio ...