viernes, 18 de enero de 2019

Nacer en los años cincuenta (siglo XX)



Nacer en los años cincuenta no creo que haya sido tan malo. No, al menos en nuestro país. Me refiero a que no vivimos la tragedia de nuestra última guerra. Por suerte para nosotros, ya la habíamos dejado atrás.

Desde que nos alcanza la memoria hemos ido progresando despacio. Dentro de un progreso, además de tecnológico, social. Conquistando libertades y derechos, derechos humanos. Siempre hacia adelante, hasta instalarnos en ese estado de bienestar que creíamos indestructible y eterno. Que subió, o lo dejaron subir, esos cerebros pensantes y mandantes, hasta tocar techo, chocar con él y desmoronarse.

El intervalo 1955-2009 fue una escalera de subida. Hoy estamos en 2019 y ya no lo es. A día de hoy continuamos descendiendo, bajando peldaños.

Los mayores sentimos miedo e indefensión, más por nuestros jóvenes -sobradamente preparados- en los años de bonanza. En una época en que las diferencias sociales fueron más homogéneas que nunca. Y que ahora vivirán, si no se remedia, mucho peor que nosotros. También sentimos miedo e indefensión por nuestros nietos, que quizá se conviertan en la primera generación de emigrantes de -baja formación- de este milenio. Ojalá que no sea cierto y me equivoque del todo.

Teniendo en cuenta que la misión de todos, a nuestro paso por la vida, es dejar un mundo mejor; no cabe duda de que algo debemos estar haciendo muy mal para que esto no vaya a ser así, y no me refiero exclusivamente a la economía.

El ayer y el hoy, un regreso comparativo al pasado, que a todos nos llega en algún momento de nuestras vidas, sobre todo, cuando uno se va haciendo mayor.

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