sábado, 7 de agosto de 2021

6ª parte) ... San Roque. A la plaza de toros, las mujeres van cargadas con sillas de enea





"...  A la corrida del día de San Roque las mujeres van cargadas con sillas de enea, el abanico, la pamela de paja o un pañuelo bonito a la cabeza, la sombrilla, algo de merienda y el botijo del agua. Los hombres con sombreros de paja, se han echado al hombro la calabaza o la bota del vino llena de limonada.

Se respira alegría, mucha alegría por parte de todos, hombres, mujeres, niños, chicos y grandes. Toda la gente anda contenta. Los hombres acompañan a la familia hasta su carro, y ayudan a subir a las mujeres, a los niños y a las personas mayores, pero ellos no se sientan en las sillas, se aquedan entre los carros como haciendo guardia, al acecho del "cerrado" de la plaza. Aunque ellos dicen que, es que los toros se ven mejor desde abajo. 

Cuando suenan los clarines, los clarines de la emoción y del miedo anunciando que se abre la puerta del toril, las mujeres le piden a gritos que suban a los carros que ahí abajo hay mucho peligro, pero no hacen caso.

Los niños estamos sentados en los trillos con los pies colgando, balanceando las piernas, con la mirada fija en las puertas de los toriles y conteniendo la respiración. Los hombres se suben a los radios de las ruedas de los carros y casi no nos dejan ver. Entre los huecos de gente adivinamos sombras negras de toros bravos que se aproximan corriendo hasta el carro donde estamos y, en unos instantes, nuestra mirada choca con los rizos de la testuz, con el reflejo cristalino de sus grandes ojos negros, y escuchamos un bramido y vemos pasar unos cuernos seguidos de una sombra larga. La emoción y el miedo invaden los tendidos acelerando los latidos de los corazones infantiles y no.

En el carro amarillo, ese que tiene pintados unos pájaros grandes en las teleras, hay un abuelo que está sentado del revés, está de espaldas al ruedo, y está muy molesto, de mal humor. Dice que él no quería venir a los toros, que quería quedarse en casa, pero que los hijos y los nietos lo han obligado, dice que le dijo: ¡Mecagüen sandiez! Vale, voy pero no miro, y pienso quedarme así toda la tarde, mirando los tesos ¡No te amuela...!



                                                                      - foto simbólica -

En la arena, detrás de un poste de palo, el maletilla mordisquea el capote y observa al toro que corre y exhibe su porte por el ruedo, va buscando un hueco por donde escapar, ese toro ya tiene plaza, dicen, ya lo han terau. Salen los mozos recortadores del pueblo y los recortadores forasteros, el toro sigue buscando la huida, el maletilla sale al quite, que no escape, y el toro enviste, entra al capote y hace lucirse al chaval. Se escuchan olés, aplausos y música de pasodoble-torero, al tiempo que consigue llevar al toro hacia los toriles, lo encierran y los mozos cogen a hombros al maletilla y le dan la vuelta al ruedo.

Detrás, los otros maletillas llevan en volandas un capote extendido, un capote viejo, decolorado, recosido y con desgarrones nuevos, pidiendo la voluntad a los espectadores que los aplauden y arrojan monedas al capote, monedas, abanicos, flores, medios-panes, una lata pequeña de sardinas en aceite y tajadas de salchichón y chorizo.

Termina la vuelta al ruedo y las voces de la gente piden a la presidencia otro toro, ¡otro toro, otro toro...! Y repiten toro hasta el anochecer. Ya saben los maletillas que cuando los mozos se cansen o se harten de jalar a los toros, solo entonces, dejarán actuar a los maletillas, y ellos, pacientes y atentos a cualquier oportunidad, saltan espontáneos al ruedo, adelantándose al peligro salen al quite tratando de evitar males mayores cuando intuyen la amenaza de que algún mozo pueda ser corneado ... "


( En nuestro país. 2020 / 2021, sin fiesta, bajo la pandemia que asola el mundo, Covid-19)



Isa. _  del libro "Crónicas a la Luz del Candil"

https://www.google.com/search?q=cronicas+a+la+luz+del+candil&rlz=

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