lunes, 2 de noviembre de 2015

Cómicos, titiriteros y artistas (4ª parte



...  Gastón con una patata en la mano, sujetándola, mientras el abuelo deja caer la cera líquida, de una vela encendida, sobre la patata, siguiendo las  instrucciones del mago Gastón, y, le pide a Migue, que él mismo, espolvoree tierra sobre aquella cicatriz simulada en la patata...  La alegría y el contento del niño se desparraman a raudales llenando la cocina y el resto de la casa de risas y carcajadas infantiles como nunca antes se había llenado. Migue no recuerda haberse sentido tan alegre en casa, ni haber visto a sus padres y a su abuelo tan risueños como aquella noche que el mago Gastón estuvo un rato, pero un rato largo en su casa.

El niño, en esos momentos previos al sueño, revive las escenas del circo, el mono mostrando al público sus monerías y habilidades, la muñeca Taty y los muñecos de guiñol, el paño verde cubriendo la mesa plegable, la capa negra y vaporosa que luce el mago... Esta noche le cuesta dormir, piensa que a él también le gustaría estar dando vueltas a la magia de Gastón, y preguntándose, como sus amiguitos, como todos los niños, cómo podía ser posible que una patata entera tuviera dentro una carta, cómo es que el señor Gastón la divisó en la trompeta del músico, cómo hizo desaparecer la carta y la patata del escenario.  Cómo bailaba la cucharilla en aquel vaso transparente, a las órdenes del mago Gastón...  Él quería también haberse hecho todas esas preguntas como se las iban haciendo, de regreso a casa, todos los niños del pueblo.
Sin embargo, ahora Migue sentía como si en él, también hubiese hecho efecto la magia, como si se hubiera hecho aquella tarde mucho más mayor que Mey, que Blanca, que Corina y que todos los niños del pueblo... Pero tendría que guardar el secreto, ese era el precio que había tenido que pagar, habría de guardarlo, al menos, hasta que todos fuesen muy mayores..., pero ¿sería capaz de esperar tanto tiempo?  Tenía que hacerlo, se decía, tengo que guardar silencio también por obediencia a mis padres y a mi abuelo.
Entre el placer y la pena a Migue le venían a la cabeza esas imágenes del corte de la patata, de cómo introducían la carta doblada dentro del corte, de cómo encendieron una vela, y taparon la abertura de aquella patata con cera líquida, y cuando apenas se solidificó la alisaron y él mismo la manchó de tierra, hasta tener la apariencia de una patata cualquiera..., y el tintineo de la cucharilla dentro del vaso colocado encima de la mesa plegable en todo el medio del escenario para que se viera bien.  A la orden de "cucharilla baila, baila, baila, baila" la cuchara se volvía loca a bailar dentro del vaso hasta que el señor Gastón decía, solo una vez -cucharilla, para- y entonces se quedaba quieta. Era un simple hilo invisible atado a un agujerito insignificante que tenía la cucharilla en el rabo. Desde candilejas, otra persona tiraba del hilo y hacía parar y bailar la cucharilla a las órdenes del señor Gastón... Y su padre, que, después de terminar la primera venta de la rifa, mientras los espectadores están pendientes del escenario donde ahora mismo se realiza el sorteo, se dirige a hurtadillas hacia el templete del salón, y allí, a uno de los músicos del pueblo, al trompetista, le coloca la patata encerada, en la mismísima campana de la trompeta...
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Fin de la 4ª parte.

Domingos de cine

    El cine Norte era además salón de baile y teatro. Tenía muchos bancos de madera que alineaban rellenando todo el aforo, todo el espacio ...