<< ... Hay veces en las que desearía volver a aquella edad de parvulitos, cuando la alacena olía siempre a chocolate, cuando al llegar las noches, sentados al borde de mi cama, nos contabais un cuento para hacernos dormir, para aminorar los silbidos nocturnos de aquel airón, para amortiguar el ruido de las tormentas fuertes o para soñar que mi imaginación salía volando hasta ponerse a vivir dentro de la caja infinita de los cuentos bonitos…, y sentirme a salvo.
Cuando mi padre volvía de su día de trabajo en el campo,
vigilaba mis coloreados guindos en el
cuaderno de dictado de la escuela, entiéndase, eran las faltas y errores
marcados corregidos por la señora maestra, la calificación escrita con letras,
iniciales, coloradas y de gran tamaño, imposible no verlas: MB,(muy bien)
B,(bien) R, (regular) M,(mal) MM(muy mal).
Mi padre siempre estaba pendiente de nuestra asistencia a
clase, que no hubiera absentismo, salvo fuerza mayor. Él, siempre atento a
nuestros deberes. También estaba pendiente de que no nos
faltara nunca ni un lápiz, ni un cuaderno, ni un libro escolar, ni una pintura,
ni una pluma, ni un palillero, ni una simple goma de borrar. En ocasiones,
cuando la escasez se hacía más presente, a mis hermanos y a mí, nos convertía
un lápiz largo en dos mitades, y una goma entera en dos medias gomas. Lo
recuerdo en la cocina, sentado al hogal (junto a la lumbre) con su navaja de comer
sacando punta a los lapiceros y a las pinturas de madera “Alpino”.
Mi madre se implicaba igualmente en las tareas de la escuela,
del campo y de la casa. Mi madre nos contaba muchos cuentos, nos conseguía
cuentos, nos coleccionaba cuentos. Cómo olvidar aquellos libros diminutos y
mágicos que entraban de regalo en las tabletas (libras) del chocolate, cómo
olvidar todo lo que nos leía cuando todavía no habíamos aprendido a leer.
Hay veces en las que desearía volver a aquella edad de parvulitos… >> (,,,)
- Los Cuentos de isa-Petricor -
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