viernes, 22 de abril de 2016

La calle El Oro

- Foto de Ernestina de la Iglesia. Gracias Tinita -

La infancia es lo que más dentro queda. Eso creo y eso dicen. Y, dicen también, que hay más de una infancia; la primera de los dos a los cinco años y la segunda de los cinco  a los once. Será así si así lo afirman los profesionales. 

Nací en la calle "El Oro" ahora  calle Oro y allí viví hasta los diez años. Allí quedó mi infancia. Allí transcurrieron mis dos infancias, la segunda como dicen, a falta de un año.
Para mí, mi infancia sin clasificar ni ordenar transcurrió en la calle "El Oro" y no hay vez que vaya al pueblo que no pase por esta calle y que no me detenga delante de la casa que fue mi casa. Agradezco, a quien sea, que todavía sigue en pie.

He tenido ocasiones de poder entrar a verla, de asomarme a aquel sobrau de techo alto que tenía una habitación en la parte de la ventana, cuando mirabas por aquella ventana alargada y estrecha, se veían más de cerca las nubes, los tejados, los paseos y las siestas de los gatos, los nidos de golondrina pegados al alero, la palomilla de la luz sujeta a la fachada de enfrente y aquel alambre eléctrico donde se subían a cantar las pajaritas de nieve, las golondrinas y todos los pájaros que vivían en mi calle. Allí, a la luz de la ventana, mi hermana y yo subíamos a jugar con el buen tiempo. Subíamos la caja de los cromos, el plumier, las tabas, el parchís, las muñecas, los libritos de colorear, los cuentos y todos los juguetes. Recuerdo el sol que entraba por aquella ventana sin cristales que se cerraba con el cuarterón, y recuerdo que, entrar en aquella habitación era como sumergirse en el mundo mágico de los cuentos bonitos. 

La calle El Oro estaba perfectamente empedrada con cantos grandes, cantos de río, posiblemente la única calle del pueblo que, por mucho que lloviera no se hacían barros.  

En la calle El Oro teníamos todo cerca empezando por nuestra vecina la maestra de párvulos; el señor secretario, el ayuntamiento o consistorio, el cementerio, la fuente pública, las Peñicas, la escuela de parvulitos en una panera (poco después en la escuela nueva de las escuelas de abajo), el comercio, el médico, el camino Toro, el estanco, la Iglesia, el baile, la confitería, la era, el trinquete, "las rebecas" las dos esquinas de los pregoneros y unos vecinos entrañables, vecinos de siempre y para siempre, vecinos de la infancia, vecinos de Oro.
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Fragmento de Cuentos del sobrau - Villabuena en la Memoria

Domingos de cine

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